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Tahoser esperó en vano al Faraón y reinó en Egipto hasta su muerte temprana. Fue enterrada en la magnífica tumba preparada para el rey, cuyo cuerpo no pudo ser encontrado, y su historia fue escrita en papiro, con los encabezamientos de los capítulos trazados en letras rojas, por Kakevu, escriba de la doble cámara de luz y guardián de los libros, y colocada junto a ella bajo las vendas que la amortajaban.

¿Fue al Faraón o a Poeri, a quien lloró? El escriba Kakevu no lo dice, y el doctor Rumphius, que ha traducido los jeroglíficos del escriba egipcio, no se ha atrevido a decidir la cuestión por sí mismo. En cuanto a lord Evandale, nunca ha querido casarse, a pesar de ser el último de su estirpe. Las jóvenes misses no se explican su frialdad en relación con el bello sexo; pero, en conciencia, ¿pueden imaginar que lord Evandale está enamorado retrospectivamente de Tahoser, hija del gran sacerdote Petamunop, muerta hace tres mil quinientos años? Y sin embargo, hay locuras británicas menos motivadas que la suya.