Notas (Advertencia breve)

[1] Las obras en esta modesta advertencia enumeradas, lo son sólo a título enunciativo, pues Mises escribió diecisiete libros y más de doscientos artículos importantes (Vid. Bellina Bien Creaves, 1969, The Works of Ludwig von Mises, The Foundation for Economic Educalion, Irwngton-on-Hudson, Nueva York 10533). <<

[2] La manipulación coercitiva de los precios deja exangüe al mercado; lo emascula, provocando errores cada vez mayores, que darán paso a esas quiebras las cuales el dirigista, cuya es la culpa, luego tanto lamentará. Porque, como el Nobel M. Friedman destaca, de acuerdo con las ideas de otro Nobel, F. Hayek, el dispositivo de los precios constituye valiosísimo panel de información acerca de millones de siempre cambiantes datos, cuadro de señales sin cuyo concurso imposible resulta orientar convenientemente economías tan complejas, de tan alta productividad como las modernas. Parpadeantes e incansables indicadores, los precios, con justeza y celeridad, sirven: para ilustrarnos de las continuas variaciones valorativas del consumidor, al reaccionar éste ante las mudadas realidades, personales o externas; para inducir a que la producción se conduzca siempre por los cauces más rentables, o sea, los de menor costo, precisamente los que permiten atender del modo, en cada caso, más amplio y cumplido posible, los deseos de los compradores, gentes, en su inmensa mayoría, de modesta condición; para encomendar, mediante la oportuna distribución de rentas y patrimonios, la gestión de la propiedad, mandato siempre revocable, a quienes, por inteligencia, dedicación o mera suerte, estén, entre sus pares, atendiendo mejor las órdenes populares que el mercado refleja; y, finalmente, también para castigar, con sanciones graves, a quienquiera ose alzarse contra los deseos de las mayoritarias masas democráticas. Todo esto lo consiguen los precios uno actu, simplemente al reflejar las variantes valoraciones de los consumidores; intervenidos no pueden desempeñar ése su decisivo papel social. Friedman y Hayek, por esta vía de los precios, llegan a las mismas conclusiones misianas, o sea, la imposibilidad del cálculo económico bajo control público de los factores de producción y la contradictoria condición del intervencionismo (vid. Friedman, Market Mechanisms and Central Economic Planning, 1981, American Enterprise Institute, Washington, D. C.). <<

[3] El firmante, en tesis doctoral que leyera el 15-11-1958, p. 187, con referencia a este tema, decía: «Conviene advertir que la economía es una ciencia modesta, de escasos vuelos, puramente instrumental, interesada, no por los fines, sino por los medios idóneos para alcanzarlos… no aclara, por ejemplo, si el empleo total, el incremento de los salarios, la multiplicación de la riqueza y la elevación general del nivel de vida constituyen o no objetivos dignos e interesantes de alcanzar… simplemente asevera que si otros, los conductores, los jefes, quienes tienen a su cargo la cura física y espiritual de los hombres (los políticos, el Congreso, los votantes en definitiva, agregamos ahora) consideran buenas y aconsejables aquellas metas, para conquistarlas, fatalmente habrán de aplicar las fórmulas que, al efecto, han sido descubiertas por los estudios económicos, sin que ninguna otra sistemática pueda provocar esos apetecidos resultados, sino todo lo contrario». Esta tesis, que mereció la calificación de cum laude, no pudo, a la sazón, editarse en virtud de lo ordenado por el Servicio de Censura de Libros mediante resolución de 25-IV-1958. <<

[4] Vid. nota introductoria a Liberalismo de L. v. Mises, Unión Editorial, Madrid 1982, p. 9 <<

[5] Otra cosa sería si las gentes, concienciadas a fondo de lo que iba a suceder, prefirieran, no obstante, la igualdad a la riqueza. Ambas cosas son, desde luego, atractivas, si bien excluyentes, por lo que, libremente, pero con conocimiento, hay que valorar y preferir. De darse el segundo supuesto, entonces sí; la igualdad constituiría auténtico fin, que no medio, y el problema quedaría reducido a ver cómo mejor cabía implantarla. En relación con los temas abordados, v. La acción humana (ed. cit.), pp. 968-971, el dogma de Montaigne, «nadie prospera si no es a costa ajena», que contrasta con el subjetivista «ambas partes ganan en toda transacción libre»; 1159-1160, la filosofía confiscatoria, «las medidas contra la propiedad no influyen en la producción, cuya cuantía viene prefijada por la técnica»; 1161-1166, la fiscalidad expoliatoria, basada en que «la tributación progresiva daña al rico, pero enriquece al pobre»; 1212-1227, la desigualdad, que el mercado, allí donde funciona, tiende a reducir en el plano del consumo personal (vestido, alimentación, diversiones), si bien mantiene en lo patrimonial para que los factores de producción se hallen siempre, como decíamos, en manos de quienes mejor ayer sirvieran a los consumidores. <<

[6] Una cosecha cuádruple no tiene por qué valer cuatro veces más que una simple; el precio de las unidades de aquélla no tienen por qué reducirse al 25 por ciento de los de ésta. Tales verdades de Perogrullo bien se las saben los agricultores, los traficantes en granos y las amas de casa. Los únicos, por lo visto, que las ignoran son los sesudos economistas matemáticos, siempre enfrascados en sus ecuaciones, enteramente vanas, cuando de lo que se trata es de adoptar medidas específicas para hacer más felices —o menos desgraciados— a los hombres, a las masas consumidoras, en concreto. No se olvide que los que denominamos precios actuales son, en realidad, precios ya históricos, fruto de operaciones otrora practicadas, por lo que de poco sirven para avizorar cómo será el mañana, es decir, eso que a los mortales, de verdad, importa. <<

[7] La Escuela de Salamanca (Covarrubias, Saravia, Azpilicueta) mediante la deducción introspectiva, ya en el siglo XVI, percibió el subjetivismo del valor, aunque no alcanzó a desvelar la marginalidad del mismo, e incluso llegó a formular una incipiente teoría cuantitativa del poder adquisitivo de la moneda. (Vid. Marjorie Grice-Hutchison, The School of Salamanca, conferencia pronunciada el 4-IX-79, con motivo de la reunión de la Mont Pelerin Society en Madrid). <<

[8] Epistemological Problema fue originariamente publicado (1933) en alemán bajo el título Grundprobleme der Nationaloekonomie. <<