Notas

[1] Justus Moser, Ningún ascenso por meritos (primera edición, 1772), Sammtliche Weke, ed. B. R. Abeken, Berlín 1842, vol. II, pp. 187-191.<<

[2] Cf. Lenin, State and Revolution (Little Lenin Library, número 14, publicada por International Publishers, Nueva York), pp. 83-84.<<

[3] En Europa, hasta hace poco, cabía proteger una fortuna de la torpeza o prodigalidad de su poseedor, invirtiéndola en fincas rústicas, que quedaban amparadas contra la competencia mediante aranceles y proteccionismos diversos. La institución del mayorazgo, por su parte, también impedía disponer del patrimonio al propietario en perjuicio de sus descendientes.<<

[4] Lujosos automóviles, con uniformados conductores, llevaban a clamas distinguidas a las líneas de piquetes, incluso tratándose de huelgas dirigidas contra negocios gracias a los cuales se pagaban las citadas limusinas (Eugene Lyons, The Red Decade. Nueva York 1941, p. 186. El subrayado es mío).<<

[5] Eugene Lyons, cit., p. 293. <<

[6] Cf. Elmer Roberts, Monarchical Socialism in Germany, Nueva York 1913.<<

[7] Cf. Mania Gordon, Workers Before and After Lenin, Nueva York 1941, pp. 30 ss.<<

[8] Cf. William O. Aydelotte, «The Detective Story as a Historial Source» (The Yale Review, 1949, vol. XXXIX, pp. 76-95).<<

[9] Un hecho significativo es el éxito de circulación de las llamadas revistas de casos (expose magazines), últimamente incorporadas a la prensa americana. Estas revistas se dedican exclusivamente a desenmascarar fechorías y viciosas conducías de gentes que triunfaron, especialmente millonarios y celebridades de la pantalla. Según Newsweek, del 11 de julio de 1955, una de estas publicaciones preveía para su próximo número de septiembre la venta de 3.8 millones de ejemplares. Es indiscutible que el hombre corriente se regocija con la revelación de los pecados —verdaderos o falsos— de quienes brillan más que él. <<

[10] Cf. Cabet, Voyage en Icarie, París 1848, p. 127.<<

[11] Sobre el sistema de boicot establecido por la Iglesia Católica, cf. P. Blanchard, American Freedom and Catholic Power, Boston 1949, pp. 194-198.<<

[12] Lo dicho, desde luego, no alude a esos pocos profesores socialistas que últimamente, tarde y de modo insatisfactorio, han querido abordar lo problemas económicos que plantea el marxismo. El texto se refiere al resto de los socialistas, a los de ahora y a los de siempre. <<

[13] En orden al intento de Stalin de formular supuestas distinciones entre socialismo y comunismo, v. Mises, Planned Chaos, Irvington-on-Hudson 1947, pp. 44-46 (reproducido en la nueva edición de Socialism, Yake University Press, 1951, pp. 552-553).<<

[14] Cf. P. Martino, en la Encyclopaedia of the Social Sciences, vol. XV, p. 537.<<

[15] Cf. J. Freeman, Proletarian Literature in the United States. An Anthology, Nueva York 1935, pp. 9-28.<<

[16] Cf. E. Woodward (A New American History, Nueva York 1938, p. 608), en su biografía de un hombre que hizo una donación a un seminario teológico. <<

[17] Véase el brillante análisis de John Chamberlain, «The Businessman in Fictino», Fortune, noviembre de 1948, pp. 134-148.<<

[18] V. supra, cap. II, 1, en relación con la tendencia del capitalismo a reducir el intervalo entre la aparición del adelanto técnico y su uso generalizado.<<

[19] V. The Church and the Disorder of Society, Nueva York 1948, p. 198.<<

[20] Todo este proceso para nada afecta al beneficio empresarial, ya que éste deriva de saber acomodar el uso de los factores de producción, tanto materiales como humanos, a las variaciones del mercado. El desequilibrio en el precio de los factores de producción (más el interés) y el precio de la mercancía terminada constituye el margen de beneficio empresarial, que será cuanto mayor cuanto superior sea el aludido desequilibrio. En cuanto éste queda colmado, el beneficio también se esfuma. Pero como siempre están variando las mercantiles circunstancias, de continuo reaparecen fuentes de beneficio. <<

[21] Cf. Bismarck, Gedankm und Erinneruneen, Nueva York 1898, vol. I p.<<

[22] Cf. H. Laski, artículo «Liberty» en la Encychpaedia of the Social Sciences, vol. IX, p. 443.<<

[23] Cf. Laski, I. c., pp. 445-446.<<

[24] Cf. Laski, I. c., p. 446.<<

[25] Cf. Laski, I. c., p. 446.<<

[26] En relación con las actividades de Marx durante los años 1848 y 1849, veáse: Karl Marxt Chronik seines Lebens in Einzeldaten, publicado por el Marx-Engels-Lenin-Instítut en Moscú, 1934, pp. 43-81.<<

[27] En 1845, Marx, voluntariamente, por propia decisión, renunció a su ciudadanía prusiana. Cuando más tarde, al comenzar la segunda mitad del siglo XIX, quiso tomar parte activa en la política de Prusia, el gobierno rechazó su pretensión de recobrar su primitiva ciudadanía. No pudo, pues, hacerse político. Quizás esto le indujo a permanecer en Londres.<<

[28] Cf. G. Sorel, Reflexión sur la violence, 3a ed., París, 1912, p. 49.<<

[29] Cf. Sorel, 1. c., p. 46.<<