Ahora, en sus sueños el cielo es azul oscuro, con apenas una pincelada de luz. Mira el acantilado desde el agua y ve la silueta de alguien que lo observa desde arriba… Ve cómo esa persona se inclina hacia delante superando el borde del precipicio, se inclina mucho más allá de lo que podría un humano. Y aun así, cada vez el ángulo es más crítico y algunas piedrecillas se desprenden y salpican el agua a su alrededor. Mientras tanto, él espera allí abajo, al fondo del acantilado, nadando enorme y desconocido entre los demás monstruos. Esperando en la oscuridad a que caiga sin hacer ruido, sin salpicar ni rizar la superficie.