Nuestros fósforos no son sólo espectadores. También son actores. Actores, digamos, de relleno, pero actores al fin y al cabo, ya que aquellos que trabajaron de extras en una película de Spielberg podrán reconocerse algún día en el fondo de alguna de sus escenas. Y en cuanto a aquellos que simplemente nos hablan de sus títulos favoritos, no dejo de acordarme de los que contaron sus miedos ante determinadas cintas de terror. Escalofriante.

• PELIS DE MIEDO

Carlos

F: Mi película fue Viernes 13.

C: Buena, buena, buena…

F: Sí. Estaba recién casado. Salí del cine y no sabía dónde estaba. Estaba perdido del miedo que pasé. Salí a la Gran Vía y no sabía si estaba en la Gran Vía o en la Casa de Campo del miedo que había pasado.

C: ¿Cuál es su escena favorita?

F: ¡Todo, todo! La película esa me dio mucho miedo. Era recién casado, vivía en una casa nueva y lo típico, los ruidos. Me tiraba toda la noche escuchando ruidos. Pues estuve como tres semanas durmiendo con la espada de cortar la tarta encima de mí.

C: ¡No puede ser verdad! ¡Es demasiado bonito para ser verdad!

F: Sí, sí, horrible. Pero lo peor de todo era que mi mujer se abrazaba a mí, me apretaba las costillas y me decía: «Niño, levántate». Y yo decía: «¡Y una leche me voy a levantar!» Y me levantaba que parecía D’Artagnan con la espada de cortar la tarta por toda la casa.

C: ¿Usted qué temía?, ¿que hubiera algún tipo de visitante…?

F: No sé. Ya te digo, las casas nuevas que no te acostumbras a los ruidos y oyes de todo, hasta cadenas oía. Y decía: «Me cago en la leche, dónde me he metido». Y nada, andando por la casa con la espada de cortar la tarta.

Lorenzo: ¿Y no alegó su esposa razón de divorcio?

F: Yo creo que ella tenía más miedo que yo. Se tapaba hasta la cabeza y después cuando volvía decía: «¿Quién anda por ahí?»

Luis

F: Yo llamaba por la película Hellraiser. No sé si la conoces.

C: Esa no la he visto yo. No me suena.

F: Es un hombrecito que en la carátula de la película aparece con puntitas en la cabeza. Tenía veinte años y con la que hoy es mi mujer fui al cine con idea de no ver la película. Iba con otras ideas. Nos metemos en el cine, empezó la película y viendo las imágenes se me revolvió el estómago totalmente.

C: ¿Vomitera tal vez?

F: No, ¡me cagué! Yo esta historia después se la conté a mi mujer después de casado porque me dio tanta vergüenza… Resulta que mi mujer, cuando éramos novios, a la mitad de la película me dice: «Oye, a este cine no volvemos que huele fatal». Estábamos saliendo hacía tres semanas; cuéntale tú a la chica que te has cagado. ¡Imposible! Me tuve que levantar en la mitad de la película y dije: «Voy un momentito a coger más palomitas». Y me encontré con una situación un poco peliaguda en el cuarto de baño.

C: ¿Y cómo lo solventó?

F: Me tuve que quitar el calzoncillo y dejarlo de recuerdo allí.

• EL «FLIM» DE SU VIDA

Javier

F: La mía es La venganza de Bruce Lee.

C: Buena, buena, buena, buena…

F: ¡Subidón! Estaba yo en sexto. Pero el tema es el siguiente. Había dos chavales que me hacían la vida imposible. Total, que nos vamos al cine una de las tardes mi hermano y yo. Con decirte que salí del cine abriendo la puerta a estilo kárate: «¡Zasss!» Subidón total. Al día siguiente me levanto de la cama con un salto de Bruce Lee, echo la camisa al aire y me la meto en un brazo, ¡exagerado! Yo era bajito, pequeño… y había dos chavales que me hacían la vida imposible y me daban collejitas. Voy a clase al día siguiente y se me pone Pablito: «¡Zas!» Mira, le hago así en el brazo: «¡Ras, ras, rus, zas!» Le pongo la pierna, se cae… y el resto: «¡Hostia! Javier está dando kárate. ¡Joder, Javier! Madre mía». Por la tarde: «Oye, que me he enterado que le has hecho la zancadilla a Pablo y le has pegado: “¡Chof, chuf, plof!” Menudo subidón». Yo saludando a los amigos con la mano: «¡Zas, chu!» La hostia. Me marcó, de verdad que esa película me marcó. Una chavala que íbamos detrás de ella toda la clase estaba ya detrás de mí. Yo iba a los billares, con el palo del billar haciendo: «¡Pu, pu, pu!» Bueno, bueno… Total, marcado para siempre. Y además era un espectáculo de película.

C: A mí Bruce Lee me ha gustado hasta cuando hace de extra y cuando su hijo hace de él. Usted habrá visto la película sobre la vida de Bruce que hace su hijo, que también es bueno Brandon Lee, ¿eh? Ahora, si quiere ver las de Jet Lee, es el que más me ha recordado a Bruce Lee.

F: Yo me trago casi todas. Héroes de acero, La venganza de Bruce Lee, Bruce Lee en Shanghai… todas, todas. Pero esa fue subidón. Esa fue salir del cine, ya te digo, llegué a mi casa y al día siguiente un salto de la cama, la camisa al aire metiendo los brazos: «¡Fuo, fuo!»

• FIGURANTES: UNA PROFESIÓN MAL PAGADA

José María

F: Yo participé en la superproducción de Spielberg: El imperio del sol. En aquella época yo estaba en la Universidad. Nos enteramos de que se buscaban extras, fuimos corriendo a la calle Arjona y nos apuntamos allí. Nos citan en el campo del Sevilla a las ocho o las nueve de la mañana. Todo el mundo para Trebujena en los autobuses y nada más llegar, venga, a comer bocatas. ¡Y allí no hacíamos nada! A eso del mediodía: «¡Venga, a vestiros!» Nos ponen unos harapos, unas cosas muy raras… ¡otra vez el bocata! Al rato, a las cuatro de la tarde más o menos: «¡A maquillaje!» Maquillaje era echarnos el polvo. Y cuando vamos a maquillaje, en mi grupo iba un chaval negro que era más bien para jugar en el Caja San Fernando que para la película de Spielberg. Y claro, los dos que estaban del atrezzo: «¡Pero si la película va de chinos! ¿Quién ha traído a este tío?» «Hombre, este muchacho estaba apuntado». Y dice: «Bueno, pero ahora que está aquí que haga algo». «¡Pero cómo va a salir en la película!» Que sí que no, ¿tú sabes de qué acabó el chaval? ¡De aguador! Dicen: «Mira, ponerlo de aguador y que vaya repartiendo un poquito». Bueno, pues después del maquillaje llega el momento culmen, por lo menos para mí que iba a tener a Spielberg cerca. Y tuve suerte, le tenía como a unos cincuenta o sesenta metros. Era la escenita esta que llegan al campo de concentración, que se bajan niños…; ¡que el niño era lo más repelente del mundo cuando yo vi la película!, pero bueno, estaba cerca. La misión importantísima que me encomendaron en la película era, con un pico y una pala tenía que cavar en el suelo. Al principio con una ilusión todo el mundo: «Por Spielberg, vamos a esforzarnos, vamos a hacerlo bien». «Action». Y aquello era fabuloso. Todo el mundo con una energía: «Pim, pam, pim, pam». «Action». «Pim, pam». Y cuando ya llevábamos veinticinco «actions» estábamos hasta los cojones. Después se hizo de noche y aquello fue el acabóse. La gente escondiéndose en los hangares porque después hay otra escena en la película que se rodó el mismo día en la que se ponía el niño como muy repelente otra vez, con unos japoneses a saludarles marcialmente. Y allí hacía ya un frío en Trebujena, estábamos todos en los hangares, que aquello parecía la Segunda Guerra Mundial pero de verdad.

C: O sea, que echó usted un día nada más en Trebujena.

F: Sí, pero fue como las vacaciones de Los Morancos, que con un día de vacaciones es bastante para una buena temporada.