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Backus apenas había atisbado al hombre que abrió la puerta de la habitación del motel cuando llamó Rachel Walling, pero pensó que lo había reconocido de muchos años atrás. Sintió que se le aceleraba el pulso. Si no se equivocaba con el hombre con el que ella se había reunido en la habitación 22, entonces las apuestas habían subido considerablemente.

Examinó el motel y su situación. Había localizado los tres vehículos de vigilancia del FBI. Los agentes se mantenían a la expectativa. Habían desplegado a un agente que se hallaba sentado en el banco de un autobús, al otro lado de Koval. Parecía fuera de lugar, vestido con un traje gris y supuestamente esperando el autobús. Era el estilo del FBI.

Eso dejaba el motel libre para que Backus se moviera. Tenía forma de ele, con aparcamientos en todos los costados. Se dio cuenta de que desde el otro lado del edificio podría atisbar de nuevo al hombre con el que estaba Rachel a través de la ventana de atrás o el balcón.

Decidió no arriesgarse a mover el coche desde el aparcamiento delantero al trasero. Eso podría atraer la atención del calientabancos del otro lado de la calle. Entreabrió la puerta y se escurrió del coche. Tenía la luz interior apagada, de manera que no había riesgo de exposición. Caminó hacia atrás entre otros dos coches y se enderezó, poniéndose una gorra de béisbol y bajando la visera cuando él apareció. La gorra llevaba las siglas de la Universidad de Nevada en Las Vegas.

Backus atravesó el pasadizo de la planta baja del motel de dos pisos. Pasó junto a las máquinas de refrescos y golosinas y salió al otro lado como si estuviera buscando su coche. Levantó la mirada al balcón iluminado que creía que correspondía a la puerta de la habitación 22, donde había visto entrar a Rachel. Vio que la puerta corredera estaba abierta.

Simulando que buscaba su coche, Backus vio que el ángulo visual del agente del banco no le permitía vigilar el aparcamiento de atrás. Nadie lo estaba viendo allí. Como si tal cosa, se trasladó a una posición situada justo debajo del balcón de la habitación 22. Trató de escuchar cualquier fragmento de conversación que pudiera salir por la puerta corredera abierta. Oyó la voz de Rachel, pero no pudo discernir las palabras hasta que dijo «debes de sentirte desnudo».

Esto lo confundió y lo intrigó. Estaba pensando en subir a la otra planta para poder oír la conversación de la habitación 22. El sonido de una puerta que se cerraba puso fin a esa idea. Supuso que Rachel acababa de irse. Backus volvió al pasadizo y se escondió detrás de la máquina de Coca-Cola cuando oyó el motor de un coche que arrancaba. Aguardó y escuchó. Detectó el sonido de otro coche que entraba. Caminó desde la máquina de Coca-Cola hasta la esquina y miró: un hombre estaba bajando de un taxi. Backus también lo reconoció. Era el compañero de pesca de Terry McCaleb. No había duda. Backus sentía que acababa de toparse con todo un tesoro de intriga y misterio. ¿Qué tramaba Rachel? ¿Cómo había conectado tan pronto con el socio de las excursiones de pesca? ¿Y qué estaba haciendo allí el Departamento de Policía de Los Ángeles?

Miró más allá del taxi y vio que el Crown Victoria de Rachel salía a la calle y se alejaba. Esperó un momento y fue testigo de que uno de los Grand Am se detenía, recogía al hombre del banco y arrancaba de nuevo. Backus volvió a bajarse la visera de la gorra y salió del pasadizo. Se encaminó a su coche.