VEINTIUNO

Sentada a la mesa de la cocina, Manu espera que su tinte haya cogido, al tiempo que se sulfura leyendo los periódicos que Tarek ha traído por la mañana.

No ha querido comprarles bebida porque acaban de levantarse y ya pueden esperar un poco antes de emborracharse. Manu lo llama «papá» siempre que puede.

En una punta de la mesa, Fátima dibuja un plano de la casa del arquitecto, recomienza varias veces porque siempre se le olvida algo. Interrumpe seguido a Manu para darle explicaciones complementarias o nuevas recomendaciones. Manu la llama «mamá» siempre que puede.

Nadine se ha quedado en el baño para depilarse las cejas, íntimamente convencida de que se trata de un detalle crucial para su transformación radical. Corrige la izquierda para que se asemeje a la derecha. Y viceversa. Acaba afeitándose lo poco que sobra.

Se pone a maquillarse los ojos de verde. Se ha embadurnado el rostro con bronceador sin sol, casi un tubo por la mañana. Le da un tono naranja oscuro a su tez.

Tarek la mira sentado en la bañera. Se acerca a ella por detrás y la besa en el hombro antes de salir. Ella le sonríe en el espejo. Tiene la impresión de haberse transformado en su primita en una noche.

Ahora le toca entrar a Manu, se inclina sobre la bañera para aclararse el pelo, lo ensucia todo con tinte y habla con la boca llena de agua:

—Así, no te pareces mucho a las fotos publicadas, pero das miedo. Para ir de caza, lo tenemos difícil… Joder, los artículos de hoy, haces bien en no querer saber nada. Todo basura. Mejor no contar con ellos para nuestra página en la historia.

Manu se frota enérgicamente la cabeza, salpica las paredes de espuma y continúa:

—Joder, ¡no respetan a nadie, nunca se enteran!

Nadine intenta colocarse unos aros en las orejas. Manu se sienta en la bañera y propone:

—Podríamos pasar a saludar a uno o dos periodistas, localizamos a los peores y charlamos.

—No quiero saber nada. Te he dicho que no quería saber nada. Esa gente dejó de existir.

—Claro, pero no deberían permitirse hablar de nosotras de ese modo; quiero decir que no es normal, no parecen captar que nuestras pipas sirven igualmente para ellos.

—Ya limpiarás el baño cuando termines, hay mugre por todas partes.

—Que te den por el culo, vieja zorra.

Después, Nadine intenta describir a Noélle a Fátima. Con la mayor precisión. Le da el sobre y los documentos. Repite que es muy importante. Lo repite una sola vez porque se da cuenta de que Fátima lo ha comprendido.

Le toma prestadas unas pulseras doradas que se pone en la misma muñeca y hace tintinear.

La cita será el 14 en el aparcamiento de un supermercado, porque es un lugar bien pensado para una cita clandestina.

Fátima les da la mano cuando parten. Su rostro, más impenetrable que nunca. En cambio, Tarek acaricia el cabello de Manu y sonríe, aprieta ligeramente a Nadine al besarle la mejilla, dice que espera verlas de nuevo, que tal vez irá con su hermana.

Al despedirse, Nadine se pregunta si es ella la que no piensa en otra cosa, o si él tiene otras intenciones hacia ella impropias de un primo. Aunque en esta familia… Tal vez sea precisamente el que todo haya sido tan familiar entre ellos lo que afecta a la libido.