El tipo de la recepción parece contento cuando ve bajar a Nadine. Le da una cerveza, se sienta a su lado delante de la tele. Es una pieza diminuta detrás del mostrador. La pantalla azul le recuerda al viejo del pasaje.
La observa de perfil discretamente, le da conversación. Hablan de los programas de la tele que les gustan. En cierto momento, la coge por el mentón y le hace un cumplido chorra, ella se ruboriza, baja la mirada. El dice:
—Es increíble lo tímida que eres.
La besa, la lengua se acelera en la boca, como para expresar su excitación. Va por dos cervezas más. Está encantadísimo y satisfecho de ver que todo marcha, le habla como si fueran dos amiguitos en el patio de recreo. Le pone la mano en el hombro, le acaricia la nuca. Ella está atenta al escalofrío que la penetra, le gusta que le hable suavemente, que juegue a la ternura. Le habla como a una niña. De pequeña, se quitaba las bragas durante el recreo y los chicos le tocaban las nalgas a cambio de golosinas. Unas sesiones que la ponían furiosamente febril en el bajo vientre, aún no sabía que hay que tocarse para disfrutarlo.
Ella lo besa largamente, él no se atreve a meterle mano, debe temer que le siente mal. Tiene labios carnosos, rasgos de niño en una cara de hombre, un niño arrogante y exigente, acostumbrado a mucho amor. Con los ojos entornados, se deja acariciar, la polla se endurece bajo la tela del tejano. Ella se le arrodilla delante, saca el sexo, lame el glande y bendice la circuncisión. Si lo hace lo mejor que sabe, si se aplica con la boca en tocarlo como él quiere, si con los dedos sabe cómo coger sus pelotas, si lo hace lo mejor que sabe, entonces oirá su gemido. Levanta la cabeza para verlo, el famoso intercambio de miradas entre mamona y mamado. Su sexo es fino y largo, puede absorberlo entero, retenerlo tiempo y trabajarlo con la lengua sin que le falte aire. Sabe cómo usarlo, le complace lo mejor posible. El le acaricia la nuca, no necesita guiarla. Ella lo siente erguirse, como si le hiciera algo muy importante, luego relajarse en un soplo profundo. Ella le pide: «Hazte una paja», y mira cómo lo hace. En cierto momento, la agarra del pelo y usa la boca. Lo recibe todo en plena garganta. Sabe siempre igual, sólo cambia la cantidad de un chico a otro. A menos que no se haya fijado demasiado.
Después, él se siente algo incómodo, pero sigue amable con ella, le cuenta historias. Dice que su novia está un poco depre y que prefiere ir con ella. Le pregunta si volverá, ella se encoge de hombros, dice que no sabe si podrá. Se le ve desconcertado e insiste un poco en que vuelva. Ella sube. Manu no ha regresado. Nadine busca la botella de whisky, se ducha, pone los walkmans en fila sobre la cama, son cinco. Los prueba uno por uno y en seguida pesca el mejor.
DEATH ROW. HOW LONG CAN YOU GO.[14]