El café le ha sentado bien. Nadine conduce con una mano, se estira mientras conduce. Pone una cinta en el aparato de música: Lean on me or at least rely.
La pelirroja la vigila boquiabierta. Frunce la nariz con muestras de perplejidad pero no hace ningún comentario. Gruñe cuando Nadine sube el volumen pero no le pide que lo baje. Tiene una fea herida en el labio derecho, todavía le supura.
Se muestra recelosa a cada desvío de la autopista, visiblemente temerosa de que Nadine la lleve adonde no quiere ir.
Es la primera vez que Nadine ve a alguien que se comporta y habla de forma tan espantosa. Verla sacar una pipa le ha causado más diversión que sorpresa o miedo. La sujeta de cualquier manera, sus uñas comidas y cubiertas de esmalte desconchado manchan la culata de rojo. Tiene dedos pequeños, regordetes y amarillos por el tabaco.
Nadine no se siente amenazada. Está contenta de que la protejan. No le apetece desobedecer, se encuentra mejor en este coche que sola en la estación.
Y además, ir a Bretaña no está mal.
Desde que subieron al coche, Nadine tiene la sensación de haber visto antes a la pequeña. Pero no consigue concentrarse para averiguar el porqué de esta impresión.
Lo recuerda cuando la pequeña saca un pintalabios del bolso y se embadurna la boca, inclinada hacia el retrovisor. El gesto pone en marcha la memoria de Nadine:
—Sabía que te había visto. En una peli, con perros.
—Y un caballo, sí. No te olvides del caballo, sería una lástima. Y ¿cómo es que estás enterada?
—Lo recuerdo perfectamente por la escena con el campesino. Chillas que la tiene fofa y que siempre sucede lo mismo con esos gilipollas del porno duro, y no cortaron la escena. Eso se me quedó grabado.
—Te he preguntado dónde la viste. ¿A tu novio le va este rollo?
—No tengo novio y ese rollo me interesa a mí.
—Un punto a tu favor.
—Estás perfecta en la peli. Aparte de ese trozo antológico, estás súper.
—Yo iba para artista del porno duro, eres la primera persona que conozco que se ha dado cuenta. Otro punto a tu favor.
—¿Has hecho muchas pelis?
—No demasiadas. La que viste es de las mejores. Quería que la titularan Dog knows best y me mandaron a la mierda.
Los pirados del porno son deprimentes. Por eso hago pocas pelis, somos incompatibles.
Nadine le tiende la mano, sin quitar la vista de la carretera:
—Mucho gusto, de verdad.
Sonríe abiertamente por primera vez y Manu la encuentra favorecida. Aprieta la mano tendida.
No sabe muy bien a qué atenerse con esa chica. Se monda los dientes mientras lo piensa, deglute ruidosamente y ladra:
—Joder, ¡qué sed tengo! Paremos. Necesito comer, tenemos que tomar café.
—Hay una gasolinera muy cerca. He visto el cartel.
—Excelente noticia. Pero te aviso: no me metas en líos cuando estemos allí.
—Me considero perfectamente avisada. No sabes cuánto. También hay que pensar en poner gasolina.
Manu renuncia a opinar lo más mínimo sobre la chica. Al parecer, le divierte conducir hacia el mar. La pequeña mira su pipa, suspira y la guarda.
Saca la caja de Finedal, para ver cuántas quedan.
—No es que desconfíe, pero prefiero no dormirme. Hay suficientes para las dos si te apetece.
Nadine mira fijamente la caja de anfetaminas un buen rato. Parece emocionarla en serio. Manu se pregunta quién coño será esta. La gorda le cae bien, no molesta y demuestra tener buen gusto. Manu asiente y dice que también tomará una, añade que preferiría esperar a que compren agua. Manu las traga de golpe y añade:
—No necesito beber para engullirlas: salivo a tope. Funciona también para las mamadas.
Nadine la oye desde lejos. Se conecta de nuevo a la imagen de Francis con la cabeza reventada en medio de la noche.
La presencia de la pequeña a su lado perturba su proyección interior, le impide tomárselo mal del todo. Repite sin escuchar lo que dice:
—Estoy encantada de conocerte, de verdad.
Manu pone mala cara:
—¿Siempre estás así o es que hoy te han reventado la cabeza? Hay que recapacitar, gorda, no me van los retrasados mentales.