Información práctica
Con demasiada frecuencia veo niños a los que se obliga a comer huevo antes de administrarles la triple vírica, o a los que se niega la vacunación porque no han comido huevo.
Es un error. La cantidad de huevo presente en las vacunas actuales es tan absolutamente minúscula que los niños, incluso los alérgicos conocidos al huevo, se pueden vacunar normalmente. Se recomienda, como con todas las vacunas y todos los niños, esperar media horita en la sala de espera del médico antes de volver a casa. Incluso los niños que han sufrido reacciones graves al huevo (no una simple urticaria, sino problemas respiratorios graves y urgentes) se pueden vacunar, aunque se recomienda, por precaución (nunca pasa nada), no hacerlo en el centro de salud, sino en el hospital, y esperar allí media hora.
PIQUER-GIBERT, M., PLAZA-MARTÍN, A., MARTORELL-ARAGONÉS, A., FERRÉ-YBARZ, L., ECHEVERRÍA-ZUDAIRE, L., BONÉ-CALVO, J. y NEVOT-FALCÓ, S. Food Allergy Committee of the Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergología Pediátrica. «Recommendations for administering the triple viral vaccine and antiinfluenza vaccine in patients with egg allergy», Allergologia et Immunopathologia, 2007; 35: 209-12.
www.elsevier.es/revistas/ctl_servlet?_f=7264&articuloid=13110316
TORRES BORREGO, J. y GUZMÁN, E. G. «Seguridad de la vacunación triple vírica en pacientes con alergia al huevo», Anales de Pediatría, 2006; 64: 464-7.
www.elsevier.es/revistas/ctl_servlet?_f=7264&articuloid=13087874&re vistaid=37
En criaturas con lactancia materna […] la respuesta inmunitaria posvacunación puede ser muy inferior a la esperada (Uriarte, pág. 180).
No es cierto. Hace décadas se lanzó la hipótesis de que la lactancia materna podría matar al virus de la vacuna de la polio oral y por tanto disminuir la eficacia de la vacuna. Hoy se sabe que la lactancia materna no disminuye la respuesta a las vacunas, y que los niños que toman el pecho pueden y deben vacunarse a la misma edad que los otros (la leche materna es muy buena, pero no protege contra la difteria, el tétanos, la tosferina…).
Sí que se ha observado que las vacunas producen menos reacción febril (concretamente, la mitad) en niños que toman el pecho. No se sabe si eso se extiende a otros posibles efectos adversos, pero en todo caso sería un motivo para vacunar a los niños mientras toman el pecho, aprovechando que les sienta mejor.
Alguna vez he oído decir que a los niños con lactancia materna no hace falta vacunarlos hasta que se destetan, porque la lactancia les protege. No es cierto. La lactancia es buena, pero no milagrosa. Los niños que toman el pecho tienen tanto derecho a las vacunas como los que toman el biberón.
La madre que está dando el pecho puede recibir sin ningún problema cualquiera de las vacunas del calendario.
OMECAÑA TERÉS, F., GARCÍA-SICILIA LÓPEZ, J. «Vacunación y lactancia materna», en: Comité Asesor de Vacunas. Asociación Española de Pediatría. Manual de vacunas en pediatría, 4.ª edición, 2008.
www.vacunasaep.org/manual
PISACANE, A., CONTINISIO, P., PALMA, O., CATALDO, S., DE MICHELE, F. y VAIRO, U. «Breastfeeding and risk for fever after immunization», Pediatrics, 2010; 125: e1448-52.
http://pediatrics.aappublications.org/cgi/reprint/125/6/e1448
Roush y Murphy (con la ayuda de una legión de investigadores, porque el esfuerzo se las trae) han comparado en Estados Unidos el número de casos y la mortalidad por las distintas enfermedades antes de la vacunación con los datos más recientes disponibles.
En la tabla adjunta, hepatitis B «aguda» significa que no se tienen en cuenta las complicaciones tardías de la enfermedad, como insuficiencia hepática o cáncer de hígado.
Del Haemophilus y del neumococo solo se cuentan las formas invasivas (meningitis y neumonías), no las otitis u otras infecciones menores.
Obsérvese que los datos antiguos de la viruela son de cuando ya se llevaba un siglo vacunando (aunque no con la misma intensidad y eficacia que posteriormente). Antes de la vacuna había sido mucho peor.
Los datos provienen básicamente de la declaración obligatoria de enfermedades y de los certificados de defunción. Ambos están muy subestimados, y cuanto más antiguos, más subestimados, porque se ponía menos cuidado en rellenar esos documentos. Lógicamente, se pone más cuidado en declarar enfermedades graves, como la viruela, que leves, como la varicela. Aun ahora, se cree que el número de varicelas, por ejemplo, es doce veces superior al declarado. De los diecinueve muertos por varicela en 2004, once eran mayores de cincuenta años; probablemente no murieron por varicela, sino por herpes zóster, producido por el mismo virus. Las muertes por sarampión, especialmente los datos antiguos, están claramente subestimadas: no es posible que hacia 1960 hubiera solo medio millón de casos al año en Estados Unidos, cuando sabemos que casi todos los niños lo pasaban; debían de ser más de diez veces más. Y por tanto tampoco es posible que solo hubiera cuatrocientas o quinientas, cuando hemos visto que hoy en día, con mejor asistencia, la mortalidad suele estar en torno al uno por mil (ver pág.134). Pero puede ocurrir que, cuando un niño muere por complicaciones del sarampión, como encefalitis o neumonía, el médico anote en el certificado «encefalitis» o «neumonía» en vez de anotar «sarampión».
Los datos actuales, al menos para las enfermedades más graves, probablemente están muy poco o nada subestimados. Esas enfermedades se han vuelto muy raras, y si un médico viera un caso de viruela o de polio o una muerte por sarampión, correría a declararlo.
ROUSH, S. W. y MURPHY, T. V. «Vaccine-Preventable Disease Table Working Group. Historical comparisons of morbidity and mortality for vaccinepreventable diseases in the United States», The Journal of the American Medical Association, 2007; 298: 2155-63.
http://jama.ama-assn.org/cgi/reprint/298/18/2155
Muchos médicos alternativos (pero no todos) están en contra de las vacunas. Uriarte y Marín son homeópatas.
Lo que no deja de ser curioso, porque las vacunas son «homeopáticas», estrictamente hablando.
El inventor de la homeopatía fue Samuel Hahnemann (1755-1843). En su opinión, los demás médicos practicaban la «alopatía», que consiste en curar las enfermedades con lo contrario de lo que las produce (pero los demás médicos no eran conscientes de ese principio, ni se llamaban a sí mismos «alópatas»). Hahnemann propone, en cambio, curar las enfermedades con algo similar a lo que las produce, similia similibus curantur, lo similar se cura con lo similar, con el fin de estimular la vis medicatrix naturae (la expresión es de Hipócrates): la capacidad curativa de la naturaleza o fuerza vital.
En una cosa tenía razón Hahnemann: muchos de los remedios, probablemente la mayoría, que usaban los médicos de su época, eran inútiles (muchas plantas medicinales) o perjudiciales (otras plantas medicinales, y sobre todo las sangrías). Por desgracia, muchos de sus seguidores parecen no haberse dado cuenta de que los médicos de ahora ya no usamos los mismos tratamientos que Hahnemann criticaba. Son los naturópatas y fitoterapeutas quienes siguen usando algunas de aquellas hierbas.
Pero no nos vayamos del tema. El caso es que, si tuviéramos que buscar hoy en día ejemplos de esos conceptos de «curar con lo contrario» o «curar con lo similar», lo primero que me viene a la cabeza son los antibióticos y las vacunas. La enfermedad es causada por un microbio, el antibiótico mata al microbio (es lo contrario). O bien se administra una dosis muy pequeña del mismo microbio, para estimular la vis medicatrix naturae (los anticuerpos). Y es que la medicina moderna no funciona por principios filosóficos, sino científicos. No decimos «este tratamiento me gusta porque es lo contrario, este no me gusta porque es similar», sino «este tratamiento me gusta porque funciona, porque en un estudio bien hecho se ha demostrado que los pacientes que lo siguen mejoran; este otro no me sirve porque los estudios demuestran que no funciona; este tercero no sé qué decir porque nadie ha hecho un estudio…». Si los estudios demuestran que los antibióticos funcionan, los usamos, y si los estudios demuestran que las vacunas funcionan, las usamos también, aunque «filosóficamente» sean todo lo contrario. Y también usamos, si hay estudios que demuestran su eficacia, hierbas o extractos de hierbas, productos «naturales» o artificiales, masajes o psicoterapia, relajación o ejercicio físico…
Curiosamente, algunos homeópatas dicen que las vacunas no son homeopáticas (bueno, dicen que existen unas «vacunas homeopáticas», unas cosas raras que hacen ellos y cuya eficacia jamás se ha demostrado; pero que las otras, las vacunas «normales», no son homeopáticas. Uriarte [pág. 53] afirma que son «isopáticas», que por lo visto no es ni chicha ni limoná). Tal vez porque no han sido diluidas millones de veces ni vienen en forma de bolitas blancas. Pero la dilución casi infinita y las bolitas blancas no son más que accesorios, la forma concreta en que Hahnemann llevó a la práctica la homeopatía. El mismo Hahnemann aceptaba y defendía como homeopáticas las vacunas (exactamente la de la viruela, la única que existía en su época).
La obra clave de Hahnemann, el libro que constituye el fundamento de la homeopatía, es su Organon. Publicó cinco ediciones en vida; la sexta, que escribió en 1842, no se publicó hasta 1921. La quinta edición (Exposición de la doctrina médica homeopática, u Organon del arte de curar, traducido de la quinta edición alemana, 2.ª edición, Imprenta de J. Torner, Barcelona, 1846) puede leerse completa en internet, concretamente el ejemplar escaneado de la biblioteca de la Universidad Complutense:
http://books.google.es/books?id=pHIAP8Gelc4C
Los aspectos esenciales sobre las vacunas coinciden con la sexta edición, que puede ver (pero no completa) aquí: http://books.google.es/books?id= wx1G9M56D3IC
Uno de los primeros capítulos se titula «Ejemplos de curaciones homeopáticas hechas involuntariamente por médicos de la escuela antigua». Explica primero por qué los remedios homeopáticos pueden funcionar aunque no sea a «dosis homeopáticas» (transcribiré los párrafos actualizando la ortografía):
Si en los casos que voy a referir, las dosis de los medicamentos han sido superiores a las que prescribe la medicina homeopática, naturalmente de esto se sigue el peligro que en general ocasionan las altas dosis de agentes homeopáticos. Sin embargo, en diversas circunstancias, que no siempre es fácil descubrir, comúnmente se observa que dosis muy considerables de remedios homeopáticos curan sin causar perjuicio notable (pág. 44).
Siguen numerosos ejemplos de curaciones conseguidas con «lo similar», y uno de esos ejemplos es la vacuna:
¿Es posible que la vacuna garantice de las viruelas sino de un modo homeopático? Porque sin hablar de otras relaciones de semejanza que entre ambas enfermedades existen, tienen de común […]. La vacuna, considerada como medio homeopático, no puede ser eficaz sino cuando se emplea antes de la aparición de las viruelas que son más fuertes que ella. De esta manera produce una enfermedad muy análoga a la viruela, y por consiguiente homeopática, y como terminado su curso no puede el cuerpo humano por lo general ser afectado por segunda vez de una enfermedad de este género, se encuentra en adelante al abrigo de todo contagio semejante (pág. 61).
Posteriormente habla otras varias veces de la vacuna, y en dos ocasiones cita a Jenner, al que evidentemente ha leído, no para criticarlo, sino para apoyarse en sus ejemplos. Por segunda vez declara que la vacuna es plenamente homeopática (¡nada de «isopática»!) y, por tanto, eficaz:
Nadie ignora que cuando la viruela sobreviene después de inoculada la vacuna, en el momento destruye a esta homeopáticamente y no le permite hacer su curso, tanto porque tiene más fuerza que ella, como porque se le asemeja mucho. Por la misma razón, cuando la vacuna se acerca al término de su madurez, su grande semejanza con la viruela hace que homeopáticamente disminuya y suavize bastante esta última, cuando llega a declararse, y la imprime un carácter más benigno, como lo atestiguan Muhry y muchos otros autores (págs. 99-100).
Y aquí hace una referencia bibliográfica, nada menos que al tratado On vaccine inoculation, de Robert Willan (1757-1812, el padre de la dermatología y uno de los pioneros de la vacunación), publicado en Londres en 1806, y que puede leer aquí: http://books.google.com/books? id=SzUAAAAAQAAJ
Pero quizá lo más asombroso es la «Noticia sobre la vida y trabajos de Hahnemann», de autor anónimo (sin duda un homeópata o al menos un simpatizante), que cierra el libro. Entre los numerosos elogios, no puede faltar la traca final: la comparación con otros grandes sabios incomprendidos. Habrá leído mil veces el argumento: «A Galileo no le creyeron, a mí tampoco me creen, por lo tanto yo soy tan listo y tengo tanta razón como Galileo». Pues bien:
Pero las dificultades inherentes a su doctrina, los muchos enemigos que le rechazaban sin comprenderle, y la grande importancia de su descubrimiento, ha hecho que la homeopatía fuese acogida como lo fue en el siglo XVII la circulación de la sangre, y en el XVIII la vacuna, y como lo fueron los descubrimientos de Galileo, de Newton, de Descartes, etc.; como ellos sufre igual suerte.
Los enemigos, que rechazan la vacuna sin comprenderla…
Muchos homeópatas son todavía fieles a las enseñanzas de Hahnemann, y por tanto admiten la eficacia de la vacunación. Lehrke y colaboradores, en Alemania, pasaron un cuestionario a 219 médicos homeópatas y a 281 médicos no homeópatas. Encontraron que en general los homeópatas no rechazaban por principio las vacunas, sino que consideraban unas más importantes que otras. Recomendaban las vacunas del tétanos, la difteria y la polio casi en el mismo porcentaje que los médicos no homeópatas, pero eran menos partidarios de las otras vacunas.
En el año 2002 se produjo en Inglaterra un episodio que casi daría risa si no fuera por sus graves repercusiones para la salud. Schmidt y Ernst, del departamento de Medicina Complementaria de la Universidad de Exeter, hicieron una encuesta a homeópatas, quiroprácticos y médicos generales cuyos correos electrónicos aparecían en internet. (Edzard Ernst, que era homeópata, se dedica desde 1993 a revisar la eficacia de las distintas medicinas alternativas. Ya no es homeópata. Vale la pena buscar en www.pubmed.gov los artículos escritos por Ernst, E). Fingieron ser una madre que preguntaba si era conveniente vacunar a su hijo de un año con la triple vírica. A aquellos médicos que contestaban les explicaban que en realidad no eran una madre, sino que estaban haciendo un estudio, y les daban la oportunidad de retirar (pero no modificar) su respuesta y aquí no ha pasado nada. Obsérvese que el hacerse pasar por un cliente para comprobar cómo actúa un profesional es una técnica habitualmente usada por las asociaciones de consumidores, por ejemplo: «Nos hemos subido a cien taxis, hemos llevado el coche a reparar a cincuenta talleres…». Lo que no es habitual es ofrecer la oportunidad de retirarse; realmente a los médicos los trataron con guante blanco.
Pues bien, de 111 médicos generales no contestó ni uno. De 168 homeópatas contestaron 104, y 27 de ellos retiraron su respuesta. De los 77 que mantuvieron su respuesta, dos recomendaron vacunar y 31 recomendaron no vacunar. De 63 quiroprácticos, 22 respondieron y seis retiraron la respuesta; de los 16 que mantuvieron su respuesta, cuatro recomendaron vacunar y tres recomendaron no vacunar. Aparentemente, la mayoría de los que contestaron no se mojaron.
Schmidt y Ernst publicaron sus resultados en una carta al British Medical Journal, con una conclusión en términos bien moderados:
Estos datos sugieren que algunos proveedores de medicina complementaria están aconsejando a la gente en contra de los programas del gobierno. Los médicos generales, por otra parte, parece que no responden en absoluto a los correos electrónicos de los pacientes sobre este delicado asunto.
Al leer esto en la Sociedad de Homeópatas británica se enfadaron muchísimo. Crump y Oxley, presidente y vicepresidente de la asociación, contestaron con una carta que dice:
Su estudio parece haber usado métodos dudosos y posiblemente no éticos para extraer información potencialmente sensacional. La confianza pública en nuestra profesión puede haber sufrido un golpe por este informe. La Sociedad de Homeópatas no anima a sus miembros a aconsejar a los pacientes contra la vacunación.
Es decir, a ver si lo he entendido bien: el simple hecho de que alguien diga que algunos homeópatas están en contra de las vacunas es insultante y puede desprestigiar a toda la profesión. Pues si se llegan a enterar de que dos homeópatas españoles han publicado sendos libros contra las vacunas…
Por su parte, Busse, Morgan y Campbell han analizado y rebatido los argumentos antivacunación de algunos quiroprácticos. Morgan es quiropráctico él mismo, y ferviente partidario de la vacunación (ver pág. 60).
Uriarte (pág. 125) habla de un «tratamiento isopático» inventado por médicos homeópatas para tratar las supuestas complicaciones de las vacunas, administrando la misma vacuna pero a diluciones homeopáticas, en «curas» que duran varios días y se pueden repetir hasta diez veces, con intervalos de dos semanas. Supongo que así dan tiempo a que los síntomas desaparezcan por sí solos, mientras el paciente va pagando. Y como a nadie le gusta quedar por tonto, la gente tiende a pensar que cuantas más veces se tuvo que hacer la «cura» y más dinero tuvo que pagar, más grave era su dolencia y por tanto más efectivo el tratamiento. No existe ningún estudio que pruebe la eficacia de esos «tratamientos».
BUSSE, J. W., MORGAN, L. y CAMPBELL, J. B. «Chiropractic antivaccination arguments», Journal of Manipulative and Physiological Therapeutics, 2005; 5: 367-373.
http://download.journals.elsevierhealth.com/pdfs/journals/01614754/PIIS0161475405001119.pdf
CRUMP, S. C. y OXLEY, M. «Society of Homeopaths does not advise against vaccination», British Medical Journal, 326: 164.
www.bmj.com/cgi/content/full/326/7381/164
ERNST, E. «The attitude against immunisation within some branches of complementary medicine», European Journal of Pediatrics, 1997; 156: 513-5.
www.springerlink.com/content/daq9mb133a837qxt/
LEHRKE, P., NUEBLING, M., HOFMANN, F. y STOESSEL, U. «Attitudes of homoeopathic physicians towards vaccination», Vaccine, 2001; 19: 4859-64.
www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11535339
SCHMIDT, K. y ERNST, E. «Survey shows that some homoeopaths and chiropractors advise against MMR», British Medical Journal, 2002; 325: 597.
www.bmj.com/cgi/content/full/325/7364/597
En España, todas las vacunas son voluntarias. Pero hay unas en el calendario oficial de vacunaciones, que se ponen gratuitamente a todo el mundo, y otras que no están en el calendario, y que la Asociación Española de Pediatría recomienda, y que los padres tienen que pagar. En la mayoría de las comunidades autónomas, las vacunas no incluidas en el calendario son la del neumococo, la del rotavirus y la de la varicela (esta última sí que está en el calendario para los adolescentes que aún no han pasado la enfermedad).
Personalmente, me parece un lamentable error que la Asociación Española de Pediatría haya optado por promocionar un calendario de vacunaciones distinto al del Ministerio de Sanidad. Si existen sólidos argumentos para administrar de forma universal esas vacunas en nuestro país, deberían ser capaces de convencer a las autoridades sanitarias (y a los expertos que las aconsejan). Si los argumentos no son lo bastante contundentes para convencer a autoridades y expertos, entonces tampoco justifican, a mi modo de ver, que se realice una campaña directamente dirigida a convencer a los «pediatras de a pie» y a los padres.
Muchos padres se preguntan qué hacer.
Yo, que no soy un experto en enfermedades infecciosas sino un humilde autor de libros de divulgación, no puedo decir más que lo que dicen los expertos que asesoraron al Ministerio para elaborar su calendario: esas vacunas no parecen ser, en la situación actual española, tan importantes y necesarias como para ponerlas en el calendario y repartirlas gratis. Tampoco son tan inútiles o peligrosas como para prohibirlas.
Lo importante es que, tome la decisión que tome, no le dé más vueltas. Si opta por no vacunar a su hijo de esas enfermedades, no se pase luego media vida pensando «lo he puesto en peligro», «mira que si ahora coge una pulmonía», «todo por ahorrarme unos euros, total, podría haber vendido la tele»… Y si opta por vacunarlo, tampoco se pase la vida pensando «mira que si por culpa de la vacuna coge el autismo, el cáncer, la encefalitis…». No hay que darle más vueltas, porque de momento no parece haber claras diferencias entre una opción u otra. El día que el Ministerio de Sanidad decida que es claramente beneficioso vacunar, las pondrán en el calendario. El día que decidan que es claramente perjudicial vacunar, las retirarán del mercado. Si no hacen ni una cosa ni otra es porque la diferencia, en realidad, es bastante pequeña.
Por si le ayuda a decidirse, puede comparar los calendarios de vacunación de nuestros países vecinos aquí: www.euvac.net/graphics/euvac/vaccination/vaccination.html
Pues vacúnelo lo antes posible.
El calendario varía un poco según las distintas edades. En principio, su pediatra o enfermera sabrán qué hacer; si no es así, invíteles a visitar esta página de internet (o se la imprime): www.vacunasaep.org/profesionales/ calendario_acelerado.htm
Verá que, por un lado, dice cuántas dosis hay que poner de cada vacuna, según la edad del niño (o adolescente), y por otro, cuánto tiempo tiene que pasar entre vacuna y vacuna.
Sobre todo, las vacunas que ya han sido puestas, puestas se quedan. Es decir, si su hijo necesita tres dosis, pero ya le puso la primera, aunque sea hace diez años, ahora solo le faltan dos dosis. Nunca hace falta empezar a vacunar desde el principio.
Anna Kata, una antropóloga que ha estudiado las páginas antivacunas en internet, lo ha definido como «una caja de Pandora posmoderna». Ya sabe, la caja aquella que contenía todos los males del mundo. Muchas de las páginas que se encuentran al buscar «vacunas» son páginas antivacunas, llenas de desinformación, mentiras y teorías conspirativas.
El problema, en general, es cómo distinguir páginas serias de las que no lo son. Curiosamente, Kata encontró que una de las páginas más fiables en cuestión de vacunas es la Wikipedia en inglés: aunque cualquiera puede hacer cambios, también cualquiera puede corregir los errores y borrar las estupideces.
KATA, A. «A postmodern Pandora’s box: Anti-vaccination misinformation on the Internet», Vaccine, 2010; 28:1709-1716.
http://resources.cpha.ca/CCIAP/data/1700e.pdf
Para cuestiones de salud una página muy útil, dirigida al público general, es Medline Plus, bajo el auspicio de las autoridades sanitarias norteamericanas. Ofrece información propia y enlaces a páginas serias de otras instituciones. Muchas de las informaciones (pero no todas) están también en español: www.nlm.nih.gov/medlineplus
A continuación, unas pocas páginas específicamente dedicadas a vacunas o enfermedades infecciosas. En ellas encontrará fácilmente otros enlaces a otras páginas serias:
OMS
www.who.int/topics/immunization/es/index.html
Unicef
www.unicef.org/immunization/index.html
Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad
www.msps.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/vacunaciones/vacunasProfesionales.htm
Organización Panamericana de la Salud
http://new.paho.org/
Siempre vacunados
www.siemprevacunados.org
Asociación Española de Pediatría
www.vacunasaep.org
Asociación Española de Vacunología
www.vacunas.org
European Centre for Disease Prevention and Control
www.ecdc.europa.eu
Immunization Action Coalition
www.immunize.org
Institute for Vaccine Safety
www.vaccinesafety.edu
Centers for Disease Control and Prevention
www.cdc.gov/vaccines