UNO

El eunuco irrumpió en la cabina del transbordador de salvamento como tifón en miniatura.

—¿Han conseguido hablar con la Vajra? Rápido, ¡explíqueme lo que está pasando!

Konarak le dirigió una mirada de desprecio, e hizo una señal al infante que estaba en la radio para que siguiera con su trabajo.

—Al parecer —empezó con una meditada lentitud que exasperó al gramani—, hemos sido traicionados por nuestros antiguos aliados de la Hermandad. Los religiosos capturaron a la Vajra en el espacio, viajaron hasta la Esfera, y destruyeron su nave de fusión. Ahora la Vajra vuelve a estar en poder de nuestros camaradas. Así como el transbordador en el que viajaban el doctor Yusuf y Hari Pramantha. Nos hablan desde él.

—¡Estupendo! —exclamó el eunuco riendo entre dientes—. La Vajra nos sacará de aquí… No será un viaje muy cómodo, pero eso es mejor que nada. Apártese —se dirigía al infante que se sentaba frente a la radio—, quiero hablar con su comandante.

El infante no se movió.

—Déjale el sitio al gramani —le dijo Konarak con una sonrisa cínica en los labios—. Veremos para qué lo quiere.

Jai gruñó algo contra los infantes de marina de la Utsarpini, mientras ocupaba el asiento.

—Comandante… Isvaradeva —dijo abriendo el canal—, ¡me alegro tanto de que se encuentren bien!

—No soy el Comandante, gramani. Soy el Segundo de la Vajra.

—¡Oh! —exclamó, mirando contrariado el desconocido rostro de la pantalla—. Bien, páseme con su superior.

—Temo que eso no va a ser posible —dijo Gorani—. El Comandante tiene asuntos muy importantes que atender en estos momentos.

—¿Sabe usted con quién está hablando?

—Por supuesto, gramani.

—Entonces…

—La respuesta sigue siendo la misma.

Jai tragó saliva intentando contener su cólera.

—Muy bien. En ese caso trataré con usted…

—Le escucho.

—Quiero que dispongan las cosas para evacuarnos rápidamente de este planeta de mierda.

—Yo también quisiera muchas cosas en este momento, pero el que da las órdenes es el Comandante.

—Creo que no me ha comprendido…

—No, el que no ha entendido nada es usted. Si pone un pie en esta nave, será (en el mejor de los casos) en calidad de pasajero, y estará obligado a acatar cualquier orden, aunque le llegase del último de nuestros oficiales. ¿Me he explicado con claridad? ¿Sí? Bien, en ese caso, páseme con el cabo Konarak.

—¿Qué piensan hacer, entonces? —La voz de Jai era ahora casi suplicante—. Creo que tengo derecho a saberlo.

—Evacuaremos el planeta, como usted quiere, pero antes tendremos que esperar los resultados de la expedición comandada por Chait Rai… Nosotros íbamos a enviar también una misión hacia ese lugar, pero Konarak nos ha puesto ya al tanto de los últimos acontecimientos. No podemos arriesgar más hombres. Esperaremos al capitán Chait.

—Y después…

—Después nos ocuparemos de devolverle a usted al Imperio. ¿Qué le parece?

El eunuco se retorció las manos nervioso antes de contestar. Por fin comprendió que no iba a conseguir nada si seguía discutiendo con aquel hombre.

—Bien. Gracias, comandante —dijo con la mayor humildad.