SEIS

Su nombre, dijo, era Oannes DNB-2347856.

—Seguidme —añadió, arqueando su cuerpo en el aire.

Chait Rai hizo un gesto a sus compañeros para que no se movieran. Su voz estaba cargada de sospecha cuando preguntó:

—¿Cómo hablas tan bien la lengua del Imperio?

Oannes se volvió. Su rostro parecía sonreír eternamente.

—Eso no es ningún misterio. Esta nave dispone de aparatos de comunicación extremadamente sensibles de acuerdo con vuestros parámetros. Hace años que capto las emisiones radiofónicas de Akasa-puspa. Ordenador hizo el resto.

—Entonces, ¿por qué no te pusiste en contacto con nosotros cuando entramos en la Esfera? Oportunidades no te han faltado.

Jonás contemplaba atónito el cuerpo sin brazos ni piernas, con aletas, la cabeza sin cuello de la criatura.

—¿Eres un alienígena, o algo así? —Su voz sonaba preocupada; los únicos alienígenas inteligentes que conocía era los peligrosos angriff.

—Por favor —dijo Oannes pacientemente—, seguidme y responderé a todas vuestras preguntas.

Chait accedió, y el grupo siguió a la criatura a través de los corredores de la nave. Oannes levitaba a un metro del suelo, y agitaba sus aletas como si nadara en el aire.