Gorani observó la zona señalada por Yusuf. La regular disposición de babeles, formando una especie de tirantes del puente colgante sin extremos que era Jambudvida, se veía alterada en ese punto. Era como una mella en una dentadura perfecta. Un hueco asimétrico que no podía explicarse de ninguna forma, excepto…
—Aún me parece increíble que algo pueda destruir realmente una babel —dijo finalmente Gorani—. ¿Cómo es posible?
Se encontraban en el transbordador imperial. Allí, con mejores instrumentos, el Segundo de la Vajra esperaba descubrir más datos sobre el destino de sus compañeros, y sobre la procedencia del misterioso láser que los había salvado en el último minuto.
Yusuf conectó una de las terminales del ordenador. La pantalla mostraba una perfecta simulación del continente circular, rodeando al planeta a una distancia de seis veces el diámetro de éste. Datos que todos ya conocían, pero en la simulación había algo nuevo: Jambudvida vibraba. Unos rápidamente cambiantes dígitos situados en un extremo de la pantalla señalaban la magnitud máxima y mínima de esa vibración.
—Todos esos miles de kilómetros de estructura metálica están tañendo como una gigantesca campana. La mitad de esa babel cayó. Se derrumbó sobre el planeta, ¿comprende? Ha provocado un invierno nuclear que quizás dure cientos de años. La otra mitad saltó hacia arriba, escapando por el impulso de la gravedad del planeta, y desgajándose de la estructura de Jambudvida. Jambudvida aún se está sacudiendo. El material del que están hechas las babeles es muy duro, pero no indestructible…
Gorani intentó comprender las implicaciones de esto: las babeles podían ser destruidas. El poder eterno de la Hermandad tenía una fisura… Tal vez el saber eso en las actuales circunstancias les iba a ser de mucha utilidad…
—¿Puede imaginar los efectos de una torre de cuarenta mil kilómetros de altura estrellándose sobre un planeta? —seguía diciendo Yusuf—. Algo así ha podido muy bien acabar con toda la vida de este mundo, y desde luego ha sido suficiente para lanzar toda esa cantidad de polvo a las capas más altas de la atmósfera… Es muy posible que no quede nadie con vida ahí.
—Alguien queda vivo. De eso puede estar muy seguro, doctor. Ese rayo láser no ha partido de la nada. Alguien debió de enfocarlo cuidadosamente sobre nuestros enemigos, y alguien debió de disparar… ¿No han descubierto nada con los telescopios?
—No mucho. Hay demasiada niebla. Pero eso ya lo había previsto, así que he dirigido los telescopios de infrarrojos sobre la zona de la que, según ustedes, partió el rayo…
—¿De veras? ¿Y qué han descubierto?
Yusuf utilizó la pantalla del ordenador para mostrar a Gorani las diapositivas tomadas con el telescopio de infrarrojos. Al principio el marino no fue capaz de ver nada en la borrosa imagen, pero Yusuf alteró los colores y todo apareció mucho más nítido.
En realidad, no había mucho que ver: un objeto alargado con un techo curvo… sin detalles…
—Parece… un edificio. ¿Un hangar para aviones…?
—La verdad es que el infrarrojo no dice mucho desde esta distancia. Lo que sí le puedo asegurar, es que si se trata de un edificio, está en proporción a todo cuanto hemos encontrado aquí… Es un cilindro, mide aproximadamente diez kilómetros de longitud, por dos de diámetro.
Gorani dirigió su mirada estupefacto hacia la pantalla.
—¿Y de ahí partió el rayo?
—Eso parece. Hemos detectado también un consumo de energía.
—¿De qué tipo?
—Fusión.
El Segundo de la Vajra silbó.
—¿Fusión? ¿Y todavía se está preguntando si queda alguien ahí?
Puede ser un sistema de defensa automático, despertado por la caída de la babel.
En ese caso, ¿por qué no disparó también sobre nosotros?
—Quizás tuvimos suerte. El artefacto estaba medio estropeado, y sólo pudo efectuar un único disparo. Por fortuna eligió a nuestros enemigos, y no a nosotros, como blanco.
—No lo creo. El que abrió fuego contra nuestros enemigos sabía muy bien lo que hacía. Debemos enviar una expedición hacia ese lugar. Mientras tanto, doctor, nuestro objetivo primordial es entrar en contacto con nuestros camaradas supervivientes de ahí abajo.
—Si los hay.
—¿Eh?
—Según nuestros últimos informes habían establecido el campamento en la base de la babel. Si fue así no debieron tener ninguna oportunidad.
—¿Olvida usted el transbordador de salvamento que partió de la Vijaya poco después de ser ésta alcanzada?
—No lo olvido, pero… Bueno, haré lo que pueda, comandante.