Los nativos estaban congregados en el interior de una de las tiendas, en torno a la terminal, y a cada objeto señalado por uno de los hombres de la Utsarpini, o del Imperio, respondían pronunciándolo en su idioma. La palabra quedaba inmediatamente registrada por el ordenador, y pasaba a engrosar su banco de datos, en el que lentamente empezaba a formarse la estructura de un lenguaje coherente.
Jonás y Lilith participaron en aquello durante varias horas, hasta que, ya cansados, decidieron salir al exterior.
Afuera caía una fina llovizna, casi invisible. Los dos científicos corrieron a guarecerse en el casetón prefabricado en el que habían instalado el laboratorio de biología.
Jonás le alargó a la científico imperial una toalla para que se secara, y preparó té en un matraz que, momentáneamente, había cambiado de función.
—¡Este es el planeta originario de la vida bhutani! —dijo súbitamente Jonás mientras le entregaba a la bióloga la taza humeante.
Lilith soltó una risita, y bebió un sorbo antes de contestar.
—Pareces muy seguro de eso. —Ella sabía que Jonás, ayudado por los científicos Imperiales, había llevado a cabo profundos estudios de la ecología planetaria.
—Lo estoy. Hace tiempo que lo había sospechado, pero ahora tengo pruebas.
—¿Incluyendo a la Humanidad?
—Incluyendo a la Humanidad. Hay demasiados indicios; por ejemplo, está el asunto de la diversidad. Es difícil hacer estimaciones, pero hay millones de especies.
—¿8.400.000, como dicen nuestros santos ulamas?
—No tantas, aunque nuestros imperturbables maestros nunca nos han dado una lista. Pero en Akasa-puspa no hay planeta que se acerque a un número así. Cincuenta mil, cien mil, sí; pero no tres millones…
—¿De veras habéis catalogado tantas?
—No, catalogado no. Pero… Mira, en un kilómetro cuadrado de este terreno que nos rodea, tan sólo en insectos, hay más de mil especies. En los continentes vecinos deberemos encontrar otras tantas o más, ¡y diferentes!
—Un momento, un momento. Haciendo de abogado de Putana por un rato, podríamos decir que este mundo ha sido poblado hace mucho tiempo, lo que explicaría la mayor diversidad. De hecho, en Vaikunthaloka…
—Pero, Lilith, no es sólo eso. Admito que algunos planetas de Akasa-puspa podrían tener muchas especies, aunque no tantas, pero hay algo más.
—¿Más?
—En Akasa-puspa, las especies inferiores de bhutani están muy diversificadas, pero son muy uniformes entre ellas. ¿Alguna vez has clasificado insectos o ácaros?
—Por supuesto. Recuerdo una vez, en la Universidad. Teníamos que clasificar no sé qué bicho. Al final llegué al género. ¡Mil quinientas veintiuna especies donde elegir! Tras cuatro horas de agotador esfuerzo, conseguí ver que la especie se distinguía de otra porque el insecto tenía tres pelos en el tórax en forma de triángulo equilátero. La especie más parecida se diferenciaba en que los tres pelos formaban un triángulo isósceles.
—Tantas y tan parecidas que los zoólogos se pelean en los congresos por cómo distinguir una especie de otra, y si dos especies no pueden ser dos razas… También en la Universidad de Vaikunthaloka pasaba eso. Pues bien, aquí hay especies que se reconocen a simple vista.
—Increíble. ¿Y qué hay de los bhutani superiores?
—Ah. También es interesante. En Akasa-puspa tenemos dos grupos bhutani: Especies aprovechables por el hombre, como trigo, arroz, vacas, etcétera. Y plagas. Ratas, mosquitos, malas hierbas del campo. Todo eso.
—Y las especies ferales.
—Sí, también. Y las especies no domésticas, divididas en superespecies muy semejantes. Esto fue lo que permitió el desarrollo de la teoría de la evolución…
—Conozco la historia.
—¡Y yo también! Eso es lo que puso a los dharmamahamatras tras mis talones.
—Perdona, lo había olvidado.
—No importa. Pues bien, aquí no hay la menor duda de que ha habido evolución. Además de diversidad, aquí hay continuidad. En Akasa-puspa no hay intermedios. Aquí hay especies que rellenan los huecos. Hay herbívoros salvajes parecidos a vacas, caballos, asnos, camellos… Hasta hay un cerdo gigante acuático y con aletas en lugar de patas. ¿Sabes que aquí hay equivalentes salvajes de varias plantas cultivadas en Akasa-puspa? No asilvestradas. Salvajes. Nunca han sido cultivadas; apenas producirían harina o algo así.
—¿Y fósiles?
—¿Crees que hemos tenido tiempo de eso? Pero probablemente existan. Al menos hay fósiles de bacterias en algunas rocas. ¡Fósiles de bacterias! Fue uno de nuestros especialistas quien lo descubrió. Cada día que pasa me asombro más de la ciencia imperial. ¿Sabes qué antigüedad le ha calculado?
—Si tú me lo dices, lo sabré.
—Unos tres mil millones de años estándar.
—¡Tres mil…! ¿Tenéis muestras?
—Claro, luego te las enseñaré. ¿Qué antigüedad le habéis calculado al microfósil de bhutani más antiguo conocido en Akasa-puspa?
—No llega a los diez millones de años.
—Francamente, no me imaginaba que fuéramos tan antiguos. Sospecho que hay fósiles abhutani anteriores.
—Y ganarías la apuesta. Aunque es difícil de decir. Las bacterias fósiles no poseen demasiados rasgos.
—Espera, querías ver los especímenes. Antes quiero enseñarte algo.
Jonás se levantó y se dirigió hacia un punto de la habitación. Allí apartó una cortina de tela roja, y accedió a otro laboratorio contiguo.
Lilith le siguió, y contuvo la respiración sorprendida. Aquella sala estaba repleta de jaulas toscamente elaboradas por los infantes de marina para contener una muestra de cada uno de los representantes de la fauna planetaria que los científicos habían conseguido capturar vivos.
—¿Habéis hecho esto en sólo un par de meses?
—Francamente, yo estaba tan sorprendido como tú, pero vuestros científicos, y nuestros infantes de marina dirigidos por Chait Rai, parecen formar un equipo excepcional.
—¿Qué son esos…? —Lilith señalaba un grupo de jaulas que contenían a unos diminutos animales, algunos muy conocidos por todos los hombres del Cúmulo, y otros completamente desconocidos—. ¿Ratas?
—Más o menos. Fíjate, hay unas cuantas centenas de especies de roedores, algunos parecidos a nuestras ratas, otros distintos. Tres voladores. —Jonás le iba mostrando los especimenes mientras hablaba.
—Déjame ver si he entendido bien. Aquí hay muchas más especies, y muchas diferencias de una especie a otra. En Akasa-puspa hay muchas especies, pero muy parecidas. Aquí hay especies que no existen entre nosotros, y que llenan los huecos entre nuestras especies domesticadas y salvajes. Pero, si las formas de vida de este lugar han estado separadas millones de años de las nuestras, unos y otros deberíamos haber evolucionado por nuestro lado. Me figuro que habrán pruebas.
—Otra vez ganas el premio. Unos y otros tienen sus diferencias. Está el caso de las secuencias de aminoácidos en proteínas homólogas. Las sustituciones isomorfas indican que han estado sujetas a mutaciones neutras durante un determinado tiempo… Hemos comparado las secuencias de aminoácidos de algunas proteínas que tienen equivalente en la vida de aquí y en la de Akasa-puspa. Bacterias y algunas otras cosas. Algunas enzimas comunes, hemoglobina, y esas cosas. Por otro lado, la sustitución de un aminoácido por otro similar, uno con carga positiva por otro también con carga positiva, uno apolar, etcétera. No afecta demasiado a la función de la proteína, en este caso. Una mutación que provoque una sustitución isomorfa es muy posible que no cambie nada. Por eso, los aminoácidos pueden variar al azar, siempre que no afecten al centro activo o a la estructura. Y, como la frecuencia de mutaciones depende del tiempo, los aminoácidos sustituidos indican el tiempo que dos especies llevan separadas. Te sorprenderían los resultados… Eh, ¿qué te pasa?
La bióloga le estaba contemplando de una forma muy especial, y parecía no haber escuchado ni una palabra de lo último que había dicho.
—¿Te apetece un poco de sexo? —preguntó Lilith.
Jonás parpadeó completamente desorientado.
—Perdona, ¿cómo has dicho?
—¿Quieres que hagamos el amor ahora?
La sangre afluyó al rostro de Jonás. Rezó porque Lilith no se hubiera dado cuenta de este detalle. Ella era del Imperio, y él no deseaba que lo tomara por un mojigato. Tragó saliva, e intentó actuar con naturalidad.
—¿Aquí?
—¿Por qué no? ¿No puedes cerrar este lugar desde dentro?
—Claro.
Se dirigió a la puerta del laboratorio, y le dio un par de vueltas a la llave. Después buscó una manta eléctrica en un armario, y la extendió sobre el suelo de madera.
—¿Qué tal?
Por toda respuesta, la bióloga lo atrajo hacia sí y empezaron inmediatamente. Hicieron el amor rodeados por los ruidosos y alborotadores animales encerrados en las jaulas. Al principio Jonás no pudo evitar mostrarse tenso y torpe, pero lentamente Lilith fue imponiéndole su propio estilo tranquilo y relajado.
Cuando acabaron, Jonás se tumbó boca arriba, agotado. La manta eléctrica de diseño Imperial detectó el sutil descenso de la temperatura superficial de los dos cuerpos, y se conectó automáticamente. Jonás se sentía muy bien, Lilith era más desinhibida que cualquier mujer que hubiera conocido hasta entonces, pero el suelo no había resultado ser el lugar ideal. Le dolían los codos, las rodillas, y cualquier hueso del cuerpo que sobresaliera demasiado.
—¿Hacía mucho que…?
—Cuatro años… No, cinco ya.
—¿Cinco años? —Lilith se incorporó un poco, apoyándose sobre su brazo izquierdo—. ¿Me estás tomando el pelo?
—He estado muy ocupado, en Vaikunthaloka… Los últimos cinco años, desde que abandonamos Martyaloka, fueron terribles…
—De todas formas…
Jonás se señaló sus piernas, flacas y retorcidas como sarmientos.
—Eso no me hace precisamente irresistible a los ojos de las mujeres.
—¡Qué estupidez!
—¿A ti no te importa?
—No. Pero si te preocupa a ti… ¿Por qué no vienes conmigo? En el Imperio podrían regenerarte esas piernas.
—Pensaba… eh… pensaba que te unía alguna especie de relación con ese ayudante de laboratorio… No recuerdo su nombre.
—¿Coroes…? Sí, pero en estos momentos él está ahí arriba —señaló con un dedo hacia lo alto—, y yo aquí abajo… contigo. ¿Qué importancia tiene? En el Imperio intentamos desdramatizar todos estos temas. ¿Por qué abandonaste Martyaloka?
—Tenía problemas con la Hermandad. ¿Recuerdas?
—¿Por tu trabajo?
Jonás cerró los ojos con fuerza. Ahora que había llamado a la puerta de sus recuerdos, ya no podía alejar los fantasmas del pasado. Quizás hablar de ello con Lilith le aliviaría el dolor en parte.
—Por algo más… Había una joven…
—Entiendo. Escucha, Jonás, si prefieres no hablar de esto… Yo no tengo ningún derecho a…
—No, no. Antes de ahora jamás había contado esto a nadie. Las heridas a las que no les da el aire tardan más en cicatrizar. Ya lo sabes. De todas formas, no se trata de nada extraordinario. Diariamente suceden cosas como ésta en todos y cada uno de los planetas del Límite. La historia no se preocupa de la gente vulgar…
—Tú no eres vulgar. Y si ella te importaba, imagino que tampoco lo sería.
—No lo era.
—¿Murió?
Jonás la miró, sorprendido.
—¿Eh? Oh no, no. Nada de eso. Imagino que aún vive… aunque no me preguntes por dónde andará.
—¿Qué sucedió, entonces?
—Trabajaba en la escuela de la Hermandad… Algo que a mí nunca me había gustado, pero a fin de cuentas era lo que ella deseaba hacer. Además, por aquel entonces yo andaba muy ocupado con mi cátedra, así que apenas le presté atención, aunque debería de haberme imaginado lo que estaba pasando… —Jonás se detuvo un instante mientras los recuerdos le invadían—. Un día vino transfigurada, cambiada. Me dijo que Dios la había llamado a su servicio… ¡Dios en persona! Hizo votos para ingresar en las radharanis[128], y luego le perdí la pista. No sé a qué planeta la destinaron. —Jonás pasó una mano por su cara intentando contener sus emociones—. Qué más da. De todas formas ya no era la misma, su mente había sido cambiada. Intenté rescatarla, ¿sabes? Fui tan estúpido que incluso en contra de su voluntad intenté rescatarla, como un héroe a una princesa cautiva… La Hermandad me acusó de intento de rapto de uno de sus bhaktas, y tuve que huir del planeta.
Lilith apoyó una mano en su hombro, confortándolo.
—No sirve de nada vivir siempre en el pasado…
—No. Tienes razón. Sobre todo ahora que tenemos algo tan importante entre manos. —Jonás sonrió con tristeza y se echó hacia atrás apoyando su cabeza en la manta—. Ahora podemos demostrar que la vida bhutani se originó aquí. Que la evolución es una realidad… Pronto podremos demostrar incluso que las babeles fueron construidas por hombres como nosotros. Mucho más avanzados tecnológicamente, pero hombres al fin y al cabo… no dioses.
—¿Quieres destruir a la Hermandad sólo por aquello que te sucedió? —preguntó Lilith con tristeza—. ¿Es ésa tu venganza?
—No… Sí. ¿Acaso no haría con ello un bien a la Humanidad? La Religión es arena en los engranajes de nuestra cultura… Mientras persistan las supersticiones y el culto a dioses todopoderosos, jamás lograremos despegarnos de la barbarie.
—Creo que te equivocas, Jonás. Estás colocando el carro delante del caballo. Aunque demostraras con pruebas irrevocables que todo lo que afirma la Hermandad es una patraña, ¿qué lograrías con ello? ¿A quién convencerías…? ¿A Sudara? ¿A Yusuf? ¿A mí? Sólo a aquellos que pueden apreciar los argumentos de la Ciencia, y a éstos no hace falta que les digas que Dios es una gran mentira, porque ellos ya lo saben.
¿Convencerías en cambio con tus pruebas científicas a la gente sencilla de las aldeas más atrasadas del Límite, que acceden diariamente a los oficios de la Hermandad? ¿Apreciarían ellos la contundencia de tus argumentos, o preferirían en cambio prestarle oídos al Hermano del pueblo que habla su mismo lenguaje?
—En el Imperio, la Hermandad apenas tiene poder, tú misma me lo has dicho varías veces. ¿Por qué? Porque culturalmente estáis por delante de nosotros. Si acabamos con la incultura de esa gente sencilla del Límite, acabaremos con la Hermandad.
—Hay algo que no sabes. En el Imperio, la Hermandad oficial tiene poco poder, pero en cambio hay multitud de pequeñas sectas heréticas, mucho más fanáticas en sus creencias que la misma Hermandad, ocultas en cada barrio, en cada callejuela… Si destruyes la confianza de la gente común en una Religión, sólo consigues que ésta se fragmente en pequeños núcleos de fanatismo que aguardarán enquistados a que la situación sea más propicia.
»Tarde o temprano, yo pienso que esto es inevitable, el Imperio caerá. A lo largo de toda su extensión se repetirá el fenómeno del Límite, y la barbarie cubrirá todo Akasa-puspa. Entonces, y sólo entonces, revivirán esos huevos de serpiente. La superstición triunfará al final.
—¿No hay solución?
—Sólo una: la violencia —dijo ella con tranquilidad—. El acoso y exterminio de todos los religiosos. La quema de todas sus pertenencias.
Jonás la miró sorprendido ante sus palabras.
—¿Repetir la carnicería de Vaikunthaloka? ¿Qué consiguieron con eso? Fue una estupidez. Ahora la Hermandad ha regresado al planeta con nuevas fuerzas, y con sus acciones plenamente justificadas.
—Estoy hablando de una persecución de la Religión a nivel Universal. Ni uno de esos mercaderes de la superstición ajena deberá quedar con vida. Se trata de ellos o nosotros…
—Yo… No imaginaba que pensaras de esa forma.
—Escucha, yo no tengo motivos emocionales como tú para hablar así; ésa es tu principal debilidad. Te hablo fríamente, tras haber meditado mucho esta cuestión. Es terrible, pero nuestra civilización es la que está en juego. Debemos acabar con la Hermandad, o nuestro futuro serán las tinieblas y la oscuridad…
»Un auténtico Kali Yuga.