Yo sabía que Paco sentía por mí un cariño especial, algo que yo no quería llamar amor, porque pensaba que amor era sólo lo mío por Fernando o lo tuyo por mamá; o sea, algo trágico. Y Paco no encajaba en la imagen de tragedia, él no era un romántico.
¿Te acuerdas de lo que decía Ramón de Castedo? Hay dos maneras de ir por la vida: como romántico o como clásico. El romántico, cuando pierde las ilusiones se desespera, se hace escéptico y ya no cree en nada. El clásico, por el contrario, al perder las ilusiones consigue la madurez y con ella la serenidad; acepta sus limitaciones y alcanza el aurea mediocritas, que es su manera de ser feliz. También decía que Paco sólo había tenido dos ilusiones: ser arquitecto y casarse conmigo, con la hija del maestro, con la nieta de los señores del Pazo, puntualizaba.
Yo siempre pensé que Paco era un clásico, pero quizá estaba equivocada…