Queda casi una hora para las doce de la mañana, y en la plaza del ayuntamiento se comienzan a reunir un número considerable de personas que, entre pitos, pancartas e insultos, exigen la dimisión de los miembros del pleno. La subida de impuestos no es más que la punta del iceberg, pues hace unos días se ha destapado una trama de blanqueo de dinero en la que están involucrados la mayoría de los políticos que forman el gobierno del ayuntamiento, de todos los partidos. Y aun así, nadie ha dimitido, nadie ha pedido perdón. Simplemente se han dedicado a echarse las culpas los unos a los otros.
* * *