Nadie. Allí no hay nadie.

Suspira mientras su cuerpo tiembla.

Ni siquiera se lava las manos, lo único que quiere es salir cuanto antes.

Se dirige a la puerta, la abre, y en ese momento, desde fuera le empujan con una fuerza tan brutal que acaba en el suelo.

Y aquella chica que la arrinconó en un callejón días atrás lo hace ahora en un baño. Ella y dos más.

—Te voy a matar, ¿lo sabes?, te voy a matar —le dice, escupiéndole a la cara—. Te voy a matar —grita clavándole las manos en el cuello—. Te lo dije, te lo advertí, te dije que si te volvías a acercar a él, te iba destrozar esa carita que tienes.

Le aprieta aún más el cuello, la levanta y le golpea con fuerza en la cara… y otra vez al suelo. La sangre comienza a brotar de una nariz que podría estar rota.

La agarran del pelo y la llevan hacia uno de los retretes, y allí, mientras dos la sujetan, su verdugo le pone los pies en la cabeza para intentar meterla en la taza del váter.

* * *