—Bueno, pues ya está.

—¿Ya está? —contestó la mujer extrañada.

—Sí, no se preocupe que con esto tengo suficiente.

—Pues muchas gracias, a ver si conseguimos algo.

—Seguro —dice mientras mete el aparato en la bolsa negra—. Bueno, pues yo me voy, que he quedado con unos amigos.

—Muchas gracias.

—De nada, un placer.

Marcos abre la puerta y sale de aquella casa en dirección a la suya; en apenas media hora ha quedado con tres compañeros, y amigos.

* * *