Apenas pasan unos minutos de las seis de la madrugada en una noche bastante tranquila: un par de peleas en un polígono industrial y un borracho intentando volcar un contenedor en la zona del centro.
Se dirigen a las afueras, en concreto a una casa que conocen muy bien. Aparcan el coche en la parte de atrás con las luces apagadas y, de nuevo, como tantas y tantas noches, entran. Ambos se sientan en la barra y piden una copa que siempre les sale gratis. Tienen una regla que jamás rompen: nunca suben ambos a la vez, por si hay algún aviso de la central.
—¡A quién tenemos aquí! A los mismísimos protectores de la ley —grita Lina mientras baja por unas escaleras que, de alguna forma, intentan ser elegantes.
—Vaya, veo que hoy estás muy alegre. ¿Qué ha pasado? ¿Te ha tocado la lotería?
—La lotería no me ha tocado, pero nene, si me quieres tocar tú, no hay problema. —Y pone su culo en pompa, y uno de los policías le da un azote que a ella le sabe a gloria.
—Ni te imaginas lo que podría hacer contigo. —Ríen ambos.
—¿Está Katy? —dice el otro policía.
—Vaya, parece que últimamente te has enganchado con la misma, ¿eh?
—Bueno, me cae bien —le contesta, dejando el vaso sobre la barra metálica.
—Sí, será eso, será que ahora vienes aquí por sentimientos.
—No me conoces del todo.
—Sí, sí, bueno… Espera que ahora la llamo. Por cierto, una cosa os voy a decir, pero sobre todo a ti. He oído por ahí que alguien está poniendo cámaras y grabando a clientes, así que a mí no me jodas, ¿eh? Te lo aviso.
—Sabes que aquí ni se me ocurriría, guapa.
—Bueno, bueno, avisado quedas.
Y bajando por las escaleras, con una bata que apenas tapa nada, unas medias y unos tacones que no tienen fin aparece una chica de unos veinticinco años, con una melena rubia y unos ojos tan oscuros que uno puede caer en ellos.
—Señor policía, ¿por aquí otra vez? —dice con un acento nórdico—. Hacía ya días que no venía.
—Bueno, también tengo otros asuntos, pero ya te echaba de menos, preciosa —le contesta, mientras se levanta y se acaba de un solo trago la copa—. ¿Me acompañas arriba para que te lea tus derechos?
—¿Me va a poner las esposas?
—Depende de lo bien que te portes.
* * *