Ha acabado de cenar, intranquilo.
Se sienta en el sofá, enciende la tele y comienza a verla sin hacerle demasiado caso; no puede dejar de pensar en aquella llamada. En el fondo, sabe que hay algo extraño.
Coge el móvil, marca su número y espera.
Deja pasar un tono, dos, tres, cuatro… nadie coge el teléfono.
Es tarde, quizás ya está durmiendo, piensa.
Cuelga.
Le escribe.
«Amor, sabes que te echo de menos».
«Te quiero».
«TQ».
* * *