Dejó pasar un silencio exagerado.
—Muy bien, pues empecemos. Como les he dicho, mi nombre es Luis, y hoy voy a compartir con ustedes dos horas que les parecerán diez minutos. Esta noche van a conocer el verdadero Toledo, no el que aparece en las guías turísticas, sino el real. Ese Toledo en muchas ocasiones mágico. Esta noche vamos a recorrer los secretos que esconde la ciudad. Bueno, no todos, porque para eso necesitaríamos varias vidas… Si durante la visita tienen cualquier duda, basta con que levanten la mano, y si la pregunta es fácil, quizás se la pueda contestar. He de advertirles que vamos a estar transitando por auténticos laberintos, por callejones tan estrechos que tendrán que decidir si entran ustedes o sus sombras. —Sonreímos—. Les aseguro que por la mayoría de ellos apenas podrán pasar con los brazos abiertos —dijo mientras hacía el gesto con sus propios brazos.
»Les digo todo esto porque puede que alguno de ustedes se pierda. No se preocupen que no serán los últimos. Por eso, lo primero que deben saber es el nombre de esta plaza en la que estamos, pues será el principio y fin de la visita, y será, por tanto, el lugar por el que deberán preguntar si se extravían. Esta plaza se llama Zocodover, y no Zocodóver como mucha gente dice. Sí, ya sé que puede ser un nombre complicado de recordar; y si es difícil para ustedes, imagínense para un extranjero. Muchas veces me ocurre que a ellos, a los extranjeros, les es imposible pronunciar o recordar el nombre, así que les digo que si se pierden pregunten por el McDonald’s, pues eso lo suelen pronunciar mejor, y además, en la parte antigua de Toledo sólo hay este que ven ustedes aquí a la derecha.
Todos dejamos escapar una pequeña sonrisa y miramos a nuestro alrededor, como para reconocer el lugar al que debíamos llegar si, por alguna inexplicable razón, nos perdíamos.
—Como les decía, esta va a ser una noche especial. Una noche en la que descubrirán que las estatuas, a veces, son capaces de cobrar vida; que la tristeza de una joven puede amargar el agua de un pozo para siempre o que un hombre de palo se paseó por estas calles hace mucho tiempo.
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