II

La Palabra es un símbolo y una delicia tal que absorbe hombres, escenas, árboles, plantas, fábricas y pekineses. Luego la Cosa se convierte en Palabra y la Palabra en Cosa, pero constituyendo un fantástico tejido. La Palabra absorbe el arrabal conservero, lo digiere y lo expulsa, y entonces el arrabal tiene el brillo del mundo nuevo y del océano que refleja el cielo. Lee Chong es algo más que un tendero chino. Tiene que serlo. Quizá es un desequilibrado sostenido por el bien —un planeta asiático mantenido en su órbita por la atracción de Lao Tse y arrancado de Lao Tse por la fuerza centrífuga del aparador y la caja registradora—, Lee Chong girando en medio de comestibles y espíritus. Un hombre firme con una lata de alubias; un hombre débil con los huesos de su abuelo. Pues Lee Chong buscó en la tumba del cementerio chino y halló los amarillos huesos, el cráneo con el cabello gris aún adherido a él. Y Lee envolvió cuidadosamente los huesos largos —fémures y tibias—, colocando el cráneo en medio, los rodeó con la pelvis y clavículas y lo metió todo en la caja de las costillas. Luego, Lee Chong envió los restos de su abuelo más allá del océano, para que descansasen por fin en tierra santificada por sus antepasados. Mack y los muchachos también giran en sus órbitas. Son las «Virtudes», las «Gracias», las «Bellezas» de la precipitada y desgarradora locura de Monterrey, del cósmico Monterrey, donde los hombres, por miedo al hambre, destrozan sus estómagos en la lucha para conseguir alimentos, donde los hombres hambrientos de amor destruyen todo lo amable que los rodea. Mack y los muchachos son las «Bellezas», las «Virtudes», las «Gracias». En el mundo, gobernado por tigres con úlceras, surcado por toros en celo, asolado por ciegos chacales, Mack y los muchachos comen con los tigres, acarician a las vacas frenéticas y recogen las migas para alimentar con ellas a las gaviotas del arrabal. ¿De qué le sirve a un hombre hacerse dueño del mundo y llegar a su posesión con una úlcera gástrica, la próstata enferma y perdida la vista? Mack y los muchachos evitan la trampa, rodean el veneno, pasan sobre el nudo corredizo, mientras una generación de presos y envenenados les grita llamándoles inútiles, perdidos, vergüenza de la ciudad, ladrones, pillos, holgazanes, Dios, artífice supremo, que ha concedido el don de supervivencia al coyote, a la rata común, al gorrión, a la mosca y a la polilla, debe tener un gran amor por los inútiles, vergüenza de una ciudad, holgazanes, y por Mack y los muchachos. Virtudes y gracias, pereza y deleite. Dios artífice supremo.