Aunque las bromas se podían gastar durante todo el año, el día «D» era el 28 de diciembre.
La marca que llenó los quioscos de bromas de todo tipo, unas más pesadas que otras, fue Mi-Shan-Fu, con el inconfundible logotipo de un chino que se convirtió en todo un símbolo de la mala leche.
Lo curioso de todas estas bromas es que han mantenido el mismo diseño, incluido el de la caja, desde que salieron al mercado. Y verlas hoy en día en un escaparate nos hacen pensar que seguimos consumiendo lo mismo que en los años 40 y que nuestro sentido del humor sigue siendo igual de simple.
LAS BOMBAS FÉTIDAS
¿Quién no recuerda ese olor a huevos podridos? Siempre había un osado que tiraba una de estas ampollas en clase, sin darse cuenta de que él iba a ser también víctima de su propia broma.
LOS POLVOS PICA-PICA
No confundir con «Los polvos de estornudad».
Los primeros eran una pelusillas muy desagradable que si la echabas por dentro de la camisa de alguien le picadaba como si llevase un jersey de punto.
Y los otros eran sencillamente pimienta molida, que al soplarla sobre la cara de algún infeliz, no solo estornudaba sino que le provocabas una irritación en los ojos de lo más graciosa.
LA CACA FALSA
Un mojón con un acabado espectacular creíble, tanto en forma, como en color y brillo.
El escultor que hizo el molde debería estar orgulloso porque mierdas peores se ven en ARCO.
LOS HUEVOS DE BOA
Eran unas pastillas de color negro que, al quemarlas, comenzaban a alargarse, convirtiéndose en una especie de culebra de ceniza, mientras soltaban un humo espeso.
Esta broma se retiró del mercado porque ese humo debía de ser más tóxico que todos los productos del Quimicefa juntos.
EL MOCO
Era una lágrima de plástico verde que si la encajabas en un orificio de la nariz, realmente parecía que necesitabas un pañuelo y una «educación especial».
EL CHICLE TRAMPA
Una de las bromas más dolorosas. Al ofrecer un chicle a tu víctima, una especie de trampa cazarratones le pinzaba el dedo. El remate era decirle: «Es que como es de menta… pues pica».
EL FULMINANTE DE CIGARROS
Una pequeña carga de pólvora se introducía en un cigarro, y al encenderlo le reventaba en la cara al fumador. Esta broma colaboró de forma activa en la campaña antitabaco. Ahora tendrían que inventar el fulminante de cigarros vaporizadores.
EL LEVANTAPLATOS
Había bromas incomprensibles que nunca llegaron a funcionar como se esperaba. Dos ejemplos de estos productos fallidos son El lápiz cristales, un lapicero de cera con el que, al pintar sobre un cristal, se suponía que simulaba una rotura, pero lo que hacía era manchar el cristal sin más, y el Levantaplatos, un tubo de goma con dos perillas también de goma en cada extremo. Se colocaba bajo el mantel con una perilla bajo el plato del incauto comensal mientras que tú, desde el otro extremo de la mesa, al apretar la perilla (con la forma de la cara del chino) el plato se levantaba derramando la sopa sobre la víctima. Complejísima la colocación y la ejecución. Además, el tubo bajo el mantel cantaba más que Raphael.