Sin contar con los clásicos aperitivos salados como las pipas Facundo o los kikos Churruca (que en el norte de España conocíamos como Pepes), la marca que ocupaba el número uno del ranking de los snacks más vendidos era Risi, que era bastante más barata que Matutano, y encima venía más cantidad en el interior de la bolsa.
Porque uno de los grandes enigmas de nuestra infancia tenía que ver justamente con las bolsas de Matutano.
En los anuncios de la tele no solo estaban llenas, sino rebosantes.
Las patatas onduladas o los Boca Bits se salían de la bolsa.
Y luego, al comprarlas, su contenido se había reducido justo a la mitad y el resto era aire.
¿Adónde irían a parar? ¿Era el quiosquero quien se los comía y luego soplaba dentro de la bolsa para rellenarla?
Nunca lo supimos y nunca lo sabremos.
El logotipo de Risi tenía un parecido más que razonable con el de Matutano. ¿Simple casualidad? No lo creo.
Para comprar nuestro silencio y que no protestáramos ante semejante timo, incluían en el interior una pegatina de los pitufos, de Ulises 31 o de Dragones y Mazmorras, según la serie del momento.
Y lo consiguieron: sellaron nuestra boca con una simple pegatina.
Sin embargo, Risi no hacía publicidad y por eso no mentían.
Las bolsas de sus productos eran más pequeñas pero venían llenas.
Si comprabas Gusanitos, dentro venían tantos gusanos que podían comerte ellos a ti.
Y además todos los productos Risi estaban tan ricos que creaban adicción.
Las Pajitas, los Triskis o los Risketos ponían a prueba tu autocontrol. Resultaba imposible comerte solo uno.
Eran un vicio que querías a toda costa ocultar.
—¿Hijo, has estado comiendo Risketos?
—Nooo.
—Enséñame las manos.
Y claro, ¡te pillaban fijo!
Te dejaban los dedos pringados e ibas dejando por toda la casa huellas dactilares naranjas.
Y si nos dejaban así los dedos, ¿cómo nos dejarían el estómago?
Un tema que no quiero pasar por alto es el de las frases publicitarias de los aperitivos, porque algunas son antológicas.
Ya sentó precedente ese clásico que decía:
«Siento dejar este mundo sin probar pipas Facundo».
Por lo visto el publicista que inventó este eslogan debió de pensar: «¿Quién mejor que un toro moribundo para aconsejarnos sobre los frutos secos…?».
Pero es que la frase de los Risketos no hay por dónde pillarla: «¡¡Bocas arriba!! Llega Don Risketo».
Y no quiero terminar este capítulo sin mencionar un invento fallido de Facundo: las pipas peladas.
¿No se dieron cuenta de que el efecto antiestrés que tienen las pipas lo produce justamente el hecho de pelarlas? ¿Por qué dejar que le hagan eso a una pipa cuando el auténtico placer está en pelártela tú mismo?