De todas las chucherías que sacaron en los ochenta, la más sorprendente de todas, sin contar las gominolas con forma de rata, fue sin duda un sobre de extraños cristalitos rojizos llamado Peta Zetas®.
En la ilustración del sobre había un astronauta que parecía advertirnos de su contenido «sideral». Unas piezas de caramelo que al introducirlas en la boca comenzaban a reaccionar y a explotar contra tu paladar. La sensación era similar a la de tener fuegos artificiales en la boca.
«Pruébalos y ya verás…», decían los que ya habían experimentado sus efectos a los pobres niños inocentes que aún no lo habían hecho. El boca a oreja, y nunca mejor dicho, fue lo que más resultado dio para publicitar esta chuche.
Peta Zetas® fue un caramelo que rompió moldes y marcó a toda una generación. Incluso se creó una leyenda urbana a su alrededor según la cual si se mezclaba con Coca Cola, explotaba en tu estómago. Pero no se conoce ni un solo parte médico que de fe de esto último.
Todo lo que rodeaba a esta chuche tenía un plus de transgresión que la hacía aún más apetecible.
Sin embargo, hoy en día no hay chef vanguardista que se precie que no los incluya en alguna de sus recetas. En lugar de echar sal o azúcar a sus platos, para ser modernos directamente les ponen Peta Zetas®.