En España hay gente que es de izquierdas y gente que es de derechas. Dos formas de pensar enfrentadas que dan lugar a todo tipo de encendidos debates.

Pero, de niños, las dos tendencias irreconciliables eran ser de Cola Cao o de Nesquick.

Luego estaban los que tomaban VIT, pero esos eran un grupo minoritario, eran «los verdes».

Hoy las cosas son diferentes. La inmensa variedad de cereales y productos para el desayuno que hay en el mercado hace que cada niño empiece el día de una forma distinta.

—Mi hijo desayuna Trogloditos y luego para el recreo le doy unos Huesitos.

—¿Y cómo le llevas al cole?, ¿en troncomóvil?

Yo siempre fui de Cola Cao y acabé aficionándome a la lectura leyendo cada mañana, mientras desayunaba, las instrucciones que venían en el bote.

¿Tan torpes nos creían como para explicarnos paso a paso la forma de preparar un Cola Cao?

En los 70, antes del famoso bote de plástico, Cola Cao venía en unas cajas de lata que las madres acababan reutilizando para guardar legumbres.

Viendo que la gente no las tiraba, la marca lanzó una colección de cajas de lata con variados diseños, que acabaron convirtiéndose en cajas de costura o de medicinas.

Pero aunque el bote de los 80 no era tan práctico tenía algo especial.

Porque uno de los pequeños placeres de la vida era abrir la tapa de un bote nuevo de Cola Cao y romper, dando un golpe seco con el dedo, el precinto plateado que lo sellaba.

Sin embargo, tengo que reconocer que el Cola Cao tenía una pega, que hemos aceptado y que forma parte de su encanto: los grumitos.