Todo el mundo está de acuerdo en que La bola de cristal fue un programa revolucionario y rompedor.
Su creadora, Lolo Rico, nos trató a los niños como personas que pensábamos e intentó infundirnos un sentido crítico ante el mundo que nos rodeaba.
Enmarcado en la época de plena efervescencia de la movida madrileña, por el programa pasaron muchos de sus representantes. Empezando por Alaska y siguiendo por Loquillo, Kiko Veneno, Radio Futura y Javier Gurruchaga, que nos presentó una familia de personajes grotescos que aún hoy resultan transgresores.
El programa incluía algo insólito para la tele de entonces: series en blanco y negro, como La alegre pandilla o La familia Munster.
Los personajes más recordados de este programa fueron los electroduendes, que popularizaron expresiones como «Meapilas» o «Me importa un vatio».
Y una especie de trabalenguas que tenía mucho más sentido del que parecía: «Vamos a desenseñar a desaprender como se deshacen las cosas».
Pero las frases más alucinantes para un programa infantil fueron las de la bruja Avería, que soltaba perlas como estas:
«Viva el mal, viva el capital».
O esta otra, que parece de total actualidad:
«Soy Avería y aspiro a una alcaldía».
Y lo mejor es que por primera vez, desde un programa de televisión, nos daban este consejo: «A lo mejor deberías ver menos la tele».