Cuando la tele empezó a emitir en color, en muchos hogares aún teníamos televisores en blanco y negro. Es imposible olvidar el día en que por fin pudimos dejar de ver la pantalla como si fuéramos perros, que solo distinguen escalas de grises.
Ese día descubrimos que Mayra vestía con tonos atrevidos, que los dibujos animados estaban coloreados y que Espinete era rosa.
Cuando la emisión no era continua, la ausencia de programación se cubría con la carta de ajuste: un extraño cartel, con símbolos más extraños aún y con vete a saber qué significados ocultos.
A pesar de los colores, la «carta de ajuste» me resultaba un poco monótona como programa, pero tenía algo hipnótico, y si la mirabas fijamente te dabas cuenta de que no todo en la vida tiene que ser blanco o negro.