Mi anterior crónica la terminaba diciendo que una sex-symbol también tiene corazón, refiriéndome a mí misma. Entonces no sabía hasta qué punto era cierto, porque cuando una escribe muchas veces te salen cosas ligeramente falsas, eso que los críticos llaman «una creación». Lo cierto es que en estos momentos estoy ENAMORADA. Como lo leéis. ENAMORADA. Os contaré cómo fue. Acababa de llegar de Ibiza, con mi amiga, la imposible e inoportuna Addy Possa, que sigue tan gorda como antes de aficionarse a la heroína. Esta chica es increíble. Es la única yonki que conozco que no ha bajado ni un gramo de su peso. La verdad es que se ha aficionado al pico para no ser menos o, como ella dice, porque es una mujer «sedienta de todo tipo de experiencias», pero a ella las drogas duras la sientan tan bien, y la colocan tanto, como un Plato de Callos. Pero no quiero dedicarle demasiadas líneas a Addy porque sé que Addy no es comercial Y YO SI.
Nada más llegar nos enteramos que había una exposición de pintura vanguardista argelina, seguida de una fiesta en un chalet de Puerta de Hierro. Mentiría si dijera que me interesa la vanguardia argelina, pero era una ocasión para mostrar mi bronceado otoñal, un bronceado natural y no de lámpara. Llegamos tarde y bastante borrachas. En la puerta nos encontramos a COSTUS, nos dijeron que la nueva pintura argelina copiaba directamente a toda la joven pintura madrileña, especialmente a ELLOS DOS. YO hice un gesto como de no dar crédito, pero lo que más nos interesaba era la dirección de la fiesta. Addy como siempre consiguió meterse en un coche, sin que nadie la invitara y me dejó tirada, recostada en la puerta de la galería.
Se acercaron dos chicos. «¿Te llevamos a la fiesta?». Les dije que bueno, pero que antes me dejaran vomitar un poco, allí mismo. Después de vomitar me sentí mucho más tranquila. Con la calefacción del coche me quedé roque enseguida. Iba tan p’allá que ni siquiera me fijé en ellos. YO no soy como DEWI SUKARNO, que siempre llama la atención por su SERENA BELLEZA Y ELEGANCIA, YO pertenezco a otro tipo de mujeres, las que simplemente y en cualquier estado, incluso después de HABER ECHADO LA PASTILLA, es capaz de enloquecer a los hombres. A veces UNA se olvida de que es una BOMBA y de que con una BOMBA COMO YO ciertos hombres olvidan los buenos modales, especialmente si acaban de salir de la CARCEL donde se les metió por ASESINATO, y que ante el simple olor a «CHIRLA» pierden la poca razón que tenían. Quiero decir que cuando me metí en el coche me dormí y que cuando me desperté no estaba en un lujoso chalet de Puerta de Hierro, sino en la Casa de Campo, tirada en el suelo, con el modelo hecho un guiñapo como si fuera una cantante punk, y un RABO atacando MI CLÍTORIS dormido. No di un grito, porque no soy tan ñoña, pero mentalmente me formulé las típicas preguntas de «dónde estoy», «qué hago aquí», etc. Como toda respuesta recibí una hostia y un saludo tipo «no te hagas la inocente. Vomitaste sólo para provocarnos. Puta». Siempre es halagador ver a dos hombres «ciegos de deseo» por ti, pero reconozco que tuve miedo.
Mientras uno me FOLLABA, el otro me pellizcaba los PECHOS como para cerciorarse de que eran auténticos. A pesar de las circunstancias hice acopio de todo mi charm y les dije que haríamos todo lo que quisieran, que no se preocuparan. Pero mi buena educación les sacó todavía más de quicio. Como no soy morbosa, y además no era la primera vez que me violaban, no pienso contar todo con pelos y señales.
En resumen, uno acababa de salir de la cárcel, y por si fuera poco me confundía con su madre. El otro era tímido, además de homosexual, y me había visto en muchos clubs. Al primero le fascinaba mi modo de fumar, y por lo tanto se había enamorado de mí y me había idealizado. Según descubrí después, el segundo chico estaba enamorado de su amigo desde niño. Cuando salió de la cárcel le prometió un regalo. Y ese regalo era YO, lo que más le gustaba del mundo. Yo les entendía, pero prefiero que las cosas se hagan de modo más civilizado, me molesta que la VIDA real sea como en las fotonovelas porno. Resulta aburrido que la realidad imite al porno, especialmente si YO soy la protagonista de todo. Después de lanzarme todos los insultos que le quería lanzar a su madre, el Asesino le dijo al Otro que me follara y el otro le dijo que prefería masturbarse mirándonos, a lo cual el Asesino le dijo que YO era su regalo y que le parecía mal usarlo, que a lo sumo lo compartiría. El Asesino le dijo que no le entendía y el Otro le explicó que me la metería a la vez que el Asesino. «No sé si habrá sitio para los dos», les insinué YO. El Asesino me volvió a dar una hostia para que me callara, entonces yo me dediqué a hacer un ejercicio de relajación: pensé que estaba en una isla desierta, tomando el sol desnuda, arrullada por el murmullo del mar y acariciada por la brisa del Caribe.
Que a una la violen dos sicópatas es normal, pero que después me dejaran tirada en la Casa de Campo, de madrugada y con una pinta como de película mejicana de vampiros, no lo soporto. Les dije que lo mínimo que podían hacer ya que me habían violado era llevarme a casa porque necesitaba un baño, y por allí no había taxis. Me dijeron que no se atrevían a mirarme a la cara y que preferían olvidar todo aquello y que yo también lo olvidara. Ni en «CERDAS GEMELAS», una de mis famosas fotonovelas, tuve un aspecto más repugnante. Realmente aquello me molestó, comprendí que hay situaciones en que a las mujeres no les queda más remedio que hacerse feministas. Esa era una de ellas. No es que temiera encontrarme otros dos sicópatas, ni que me volvieran a violar en la misma noche. Me inquietaba cómo podría llegar a casa, todo el mundo conoce los problemas de transporte que hay en Madrid.
A lo lejos vi una luz, como soy muy rápida de reflejos me tiré en la carretera para obligar al coche a que parara. Con la llegada de tantos extraterrestres la gente pasa mucho de coger autoestopistas en extrañas circunstancias. Era un chico. «¿Qué ha sucedido?», me preguntó. «Déjeme subir y le prometo contárselo todo», le respondí. Y desde luego que se lo conté, incluso cosas que no habían ocurrido. En mi relato ya no eran simples asesinos, sino un conjunto de heavy-rock vasco, todos fuertes, altos, bellos ojos, y barba, incluso uno de los violadores era hermano de Miss España 83, que como todo el mundo sabe es vasca. Por supuesto además de rockeros eran también terroristas. Estuve muy bien, como esas Sacerdotisas del Vicio que salían en SALO de Passolini. Fui tan explícita que yo misma me excité muchísimo pensando en lo que podía haber sido aquella noche si todo hubiera ocurrido de verdad, porque YO, no sé si ya se habrán dado cuenta, soy una mujer que no le teme al PLACER. Mientras le hablaba manipulé distraídamente en su bragueta y comprobé que estaba tan caliente como yo. Así que ya que estábamos en la Casa de Campo, paraíso del amor libre, nos pusimos a follar allí mismo. Él me dijo que tuviera cuidado, que no le dejara marcas. Era un chico muy sensible. En fin, hicimos de todo. Al final, mientras nos vestíamos el Chico me confesó que era la primera mujer a la que le había comido el coño, y aquello me enterneció. YO, que soy la más moderna y la más experta, y que las palabras si no van acompañadas de algo más, tipo una corona de bisutería, etc. casi nunca me emocionan, pues en esa ocasión me emocioné. Y es que a pesar de ser una estrella del porno, soy también una terrible sentimental.
Cuando me dejó en la puerta de casa le dije: «Tienes dos minutos para decepcionarme. Creo que me estoy enamorando de ti». «Estoy casado y tengo hijos», me dijo. «Eso no me decepciona», le dije. «Y me gustaría decepcionarme para poder dormir tranquila esta noche y no echar de menos tu rabo». Volví a besarle. Él volvió a decir que no le dejara marcas. Y yo seguí encontrándolo muy delicado. «Déjame tu teléfono por si uno de estos días me entra el síndrome y quiero verte. Toma tú el mío. Desde que tengo nueve años los hombres no han dejado de asediarme. ¿Qué sientes?». Todo esto se lo dije de un tirón. «Las preguntas no son nunca indiscretas, pero a veces las respuestas sí lo son», me dijo. «Está bien. Te dejo. Necesito un baño».
Y nos despedimos. Mientras me bañaba, evoqué todas las imágenes de aquella noche, como si hubiera tomado un ácido. De todas ellas una se me repetía con insistencia: Eres la primera mujer a la que le he comido el coño. Eres la primera mujer a la que le he comido el coño… No podía quitármelo de la cabeza. ¿Qué pensaría él de mí? Seguro que me tomó por una mujer de vida ligera, y se equivocaba, soy una mujer de vida vertiginosa. Le llamaría al día siguiente para decírselo. Como podéis comprobar, estoy colgada de él. Ya no pienso en dominar el mundo, ni cosas de ésas. Sólo pienso en él. Vuelvo a repetir, estoy Colgada.