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¿Por qué son tan malos los niños?
Qué va, no son nada malos. Por el contrario, están llenos de cordialidad y no paran de darse muestras unos a otros de su amistad. Ninguno de ellos quiere a Tamina sólo para él. Se oye constantemente su mira, mira. Tamina está atada por la maraña de redes, los cordeles se le clavan en la piel y los niños se enseñan su sangre, sus lágrimas y sus gestos de dolor. Se los ofrecen generosamente unos a otros. Se ha convertido en el aglomerante de su hermandad.
Su desgracia no consiste en que los niños sean malos, sino en haberse situado fuera de las fronteras del mundo de ellos. Las personas no se indignan porque en los mataderos se mate a los terneros. Los terneros están fuera de la ley de los hombres igual que Tamina se quedó fuera de la ley de los niños.
Si hay alguien que esté lleno de amargo odio, ésa es Tamina, no los niños. Las ganas de hacer daño que ellos tienen son positivas, divertidas y puede decirse, sin dudas, que trata de una manifestación de su alegría. Quieren hacerle daño a aquel que está fuera de la frontera de su mundo, sólo para festejar a su propio mundo y a su ley.