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¿Pero qué podía hacer, rodeada de niños, si el barquero había desaparecido y allí no había otra cosa que agua, agua infinita?
Intentó luchar.
Eso sí que es triste: Cuando estaba en la pequeña ciudad centroeuropea no se esforzaba nunca por alcanzar ningún objetivo y aquí, rodeada de niños (en el mundo en que las cosas no pesan nada) ¿va a luchar?
¿Y cómo pretende luchar?
El día de su llegada a la isla, cuando rechazó los juegos y se refugió en su cama como si fuera un castillo inexpugnable, sintió en el ambiente la creciente enemistad de los niños y se asustó. Ahora pretende evitarla. Por eso decidió ganárselos. Claro que eso supone identificarse con ellos, aceptar su lenguaje. Participa por lo tanto voluntariamente en todos sus juegos, aporta a sus empresas sus propias ideas y su fuerza física, de modo que pronto los niños quedan atrapados por su encanto.
Pero si pretende identificarse con ellos debe renunciar a su intimidad. Por eso va al baño junto con ellos, pese a que el primer día se negó a hacerlo porque le daba vergüenza lavarse delante de ellos.
El cuarto de baño, una habitación grande cubierta de azulejos, es el centro de la vida de los niños y de sus pensamientos secretos. De un lado hay diez retretes y enfrente diez lavabos. Uno de los equipos está siempre sentado en los retretes, con los camisones arremangados y el otro en los lavabos, desnudo. Los que están sentados miran a los que están desnudos junto a los lavabos y los de los lavabos observan a los de los retretes, y toda la habitación está llena de una sensualidad oculta que despierta en Tamina el recuerdo confuso de algo que ha olvidado hace mucho tiempo.
Tamina está sentada en camisón en el retrete y los tigres, que están desnudos junto a los lavabos, no tienen ojos más que para ella. Se oye el sonido del agua al tirar de las cadenas de los retretes, las ardillas se levantan, dejan a un lado los camisones, los tigres se van de los lavabos a la habitación, de donde vienen los gatos a sentarse en los retretes vacíos y miran a Tamina, alta, con el pubis negro y los pechos grandes, que está con las ardillas junto a los lavabos.
No le da vergüenza. Siente que su sexualidad madura la convierte en una reina que domina a quienes tienen el pubis sin vello.