EN LA MÁS PROFUNDA DESESPERACIÓN
Ya había caído la tarde y el estudiante pensó que los poetas ya se habrían repuesto de la juerga de la noche anterior. A lo mejor estarían en el Club de los escritores. Subió a la primera planta, atravesó el vestuario y se dirigió hacia la derecha, al restaurante. No estaba acostumbrado a venir aquí, se quedó parado en la puerta, mirando inseguro. Al fondo estaban sentados Petrarca y Lermontov con algunos desconocidos. Más cerca había una mesa libre y el estudiante se sentó allí. Nadie se fijó en él. Incluso le pareció que Petrarca y Lermontov le habían echado una mirada ausente y no lo habían reconocido. Le pidió al camarero un coñac mientras en su cabeza se expandía el texto inmensamente triste e inmensamente hermoso del recado de Kristina: Te espero. Te amo. Kristina. Medianoche.
Permaneció sentado unos veinte minutos sorbiendo el coñac. La visión de Petrarca y Lermontov le traía, en lugar de consuelo, una nueva tristeza. Estaba abandonado por todos, abandonado por Kristina y por los poetas. Estaba aquí solo con un gran papel en el que estaba escrito: Te espero. Te amo. Kristina. Medianoche. Tenía ganas de levantarse y sostener el papel muy alto encima de la cabeza, para que todos lo vieran, para que todos supieran que él, el estudiante, era amado, era inmensamente amado.
Le pidió la cuenta al camarero. Después encendió un cigarrillo. No quería quedarse más tiempo en el club pero no tenía ningunas ganas de volver a su habitación donde no lo esperaba ninguna mujer. Finalmente apagó el cigarrillo en el cenicero y precisamente en ese momento se dio cuenta de que Petrarca se había fijado en él y le había hecho un gesto con la mano desde su mesa. Pero ya era tarde, la lítost le empujaba a irse del club hacia su triste soledad. Se levantó y en el último momento sacó del bolsillo el papel en el que estaba escrito el recado amoroso de Kristina. Aquel papel ya no le traería ninguna alegría. Pero si lo deja aquí tirado a lo mejor alguien lo ve y se da cuenta de que el estudiante que allí estaba sentado era amado inmensamente.
Se dio la vuelta hacia la puerta y salió.