¿QUIÉN ES VOLTAIRE?

Es agregado en la Universidad, es ocurrente y agresivo y sus ojos se clavan sarcásticos en la cara del contrario. Ésas fueron razones más que suficientes para que se le llamara Voltaire.

Apreciaba al estudiante, lo cual no era nada de despreciar, porque era muy exigente en cuanto a las personas a las que dedicaba sus simpatías. Después de la clase práctica lo detuvo y le preguntó si tendría tiempo la noche próxima. Caramba, mañana por la noche viene Kristina. El estudiante tuvo que emplear todo su valor para decirle a Voltaire que ya tenía un compromiso. Pero Voltaire hizo un simple gesto negativo con la mano: «Entonces tendrá que postergarlo. Le valdrá la pena» y le dijo que mañana, en el club de los escritores se reunían los mejores poetas del país y que él, Voltaire, que estaría allí con ellos, quería que él también los conociese.

Sí, estará allí también el gran poeta sobre el cual Voltaire está escribiendo una monografía y al que con frecuencia visita. Está enfermo y anda con muletas. Por eso se lo ve poco entre la gente y la oportunidad de encontrarse con él es realmente excepcional.

El estudiante conocía los libros de todos los poetas que iban a estar presentes y de los libros del gran poeta sabía de memoria páginas enteras de versos. No había nada que hubiera deseado más que pasar una noche junto a ellos. Pero luego se acordó de que hacía meses que no había hecho el amor con ninguna mujer y repitió que no podía ir.

Voltaire no comprendía que hubiera nada más importante que un encuentro con los grandes hombres. ¿Una mujer? ¿Es que no puede posponerlo? Sus gafas están de repente llenas de chispas burlonas. Pero el estudiante tiene ante sí la figura de la mujer del carnicero, que se le ha estado escapando arisca durante todo el mes de vacaciones y, aunque le cueste un esfuerzo, niega con la cabeza. Kristina vale en ese momento más que toda la poesía de la patria del estudiante.