11

Está sentado frente a Zdena, el brazo le cuelga del vendaje. Zdena mira hacia un lado, evita sus ojos y habla con precipitación:

—No sé por qué has venido. Pero estoy contenta de que hayas venido. He hablado con los camaradas. No tiene sentido que termines tu vida como peón en la construcción. Yo sé que el partido aún no te ha cerrado las puertas. Aún estás a tiempo.

Preguntó qué era lo que tenía que hacer.

—Tienes que pedir una entrevista. Tú mismo. Tienes que ser tú el que dé el primer paso.

Sabía de qué iba la cosa. Le dan a entender que aún le quedan los últimos cinco minutos para declarar públicamente que se retracta de todo lo que dijo e hizo. Conoce este tipo de negocio. Están dispuestos a venderle a la gente su futuro a cambio de su pasado. Quieren obligarlo a hablar con voz compungida en televisión y a explicar a la nación que se equivocó al hablar contra Rusia y los ruiseñores. Quieren obligarlo a desechar su vida y a convertirse en una sombra, un hombre sin pasado, un actor sin papel, a convertir también en una sombra su propia vida desechada, el papel abandonado por el actor. Así, convertido en una sombra, lo dejarían vivir.

Se fija en Zdena: ¿Por qué habla con tanta precipitación y tan insegura? ¿Por qué mira hacia un lado y evita su mirada?

Está todo demasiado claro: le ha preparado una trampa. Habla en nombre del partido o de la policía. Le han encargado que lo convenza para que se rinda.