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Cuando en aquellas épocas lejanas se separó de Zdena (estuvieron juntos casi tres años) lo embriagó una sensación de libertad inmensa y de repente todo empezó a salirle bien. Pronto se casó con una mujer cuya belleza forjó su seguridad en sí mismo. Luego aquella beldad murió y él quedó solo con su hijo en una especie de abandono coqueto que le atraía la admiración, el interés y los cuidados de muchas otras mujeres.

Tuvo también mucho éxito como científico y ese éxito lo protegía. El estado lo necesitaba y él se podía permitir ciertos sarcasmos con respecto al estado en una época en la que casi nadie se atrevía aún a hacer tal cosa. Poco a poco, a medida que aquellos que iban en persecución de sus propios actos obtenían cada vez más influencia, él aparecía cada vez con mayor frecuencia en la pantalla de televisión, hasta convertirse en una personalidad conocida. Cuando, tras la llegada de los rusos, se negó a retractarse de sus convicciones, lo echaron del trabajo y lo rodearon de policías. No se derrumbó. Estaba enamorado de su propio destino y le parecía que incluso su marcha hacia la perdición era sublime y hermosa.

Entiéndanme bien, no he dicho que estuviese enamorado de sí mismo, sino de su destino. Se trata de dos cosas bien distintas. Era como si su vida se hubiera independizado y tuviera de repente sus propios intereses que no eran iguales a los de Mirek. Esto es lo que quiero señalar cuando digo que su vida se convirtió en destino. El destino no tenía la intención de mover un dedo por Mirek (por su felicidad, su seguridad, su buen estado de ánimo y su salud) y en cambio Mirek está preparado para hacer todo lo que haga falta por su destino (por su grandeza, su claridad, su estilo y su sentido inteligible). Él se siente responsable de su destino pero su destino no se siente responsable por él.

Tenía con respecto a su vida la relación que tiene el escultor con la escultura o el novelista con la novela. Uno de los derechos inalienables del novelista es el de reelaborar su novela. Si no le gusta el comienzo puede cambiarlo o tacharlo. Pero la existencia de Zdena le negaba a Mirek los derechos de autor. Zdena insistía en quedarse en las primeras páginas de la novela y en no dejarse tachar.