15

El rey de Vaasa

Apoyado en el fuerte brazo de Kane, Entreri consiguió ponerse otra vez de pie, pero le fallaban las fuerzas y el equilibrio. No opuso resistencia cuando Olwen le tiró de los brazos hacia atrás y se los ató con una delgada cuerda elfa.

-¿Dónde está Jarlaxle? -le preguntó Emelyn, y aunque el mago se acercó mucho para hablarle, su voz le llegó como de muy, muy lejos, y las palabras no parecían tener sentido.

»¿Dónde está Jarlaxle? -repitió el mago con insistencia, y se acercó tanto que su nariz de halcón rozó la de Entreri.

-Se ha ido -se oyó murmurar el asesino, y quedó totalmente sorprendido de haber contestado. Tenía la sensación de que su mente estaba desconectada del cuerpo y de que flotaba por la habitación como un puñado de nubes algodonosas, cada una con pensamientos parciales que alguna vez habían estado conectados pero que ahora estaban totalmente inconexos de los pensamientos contenidos en cualquiera de las otras nubes.

Vio que Emelyn se volvía hacia Kane, que se limitó a encogerse de hombros.

-Iré a comprobarlo -dijo la voz distante de Olwen.

-Esta vez con más cuidado -dijo Emelyn.

El explorador pasó, dando un bufido, por delante de Entreri, y se detuvo el tiempo suficiente para echar una mirada furibunda al derrotado asesino.

Kane sujetó a Entreri por el brazo y lo ayudó a ponerse en marcha.

Emelyn los seguía de cerca. El asesino no recuperó la coordinación mental y física al entrar en el corredor ascendente e iniciar el camino, y en varias ocasiones sólo el apoyo de Kane le permitió mantenerse de pie.

Encontraron al rey Gareth, a fray Dugald y a muchos soldados merodeando por el salón del trono de la torre del homenaje. Gareth estaba junto a una pared, con los brazos en jarras y examinando con curiosidad uno de los tapices que había sido desplegado y ahora colgaba en toda su extensión.

-Bien, aquí estamos -comentó Emelyn en voz baja, pasando al lado de Entreri y acariciándose la barba.

-Ah, ya lo tenéis -dijo Dugald, volviéndose a mirarlos-. Bien.

-Es curioso ¿no os parece? -preguntó Gareth, volviéndose hacia sus amigos-. ¿Puedes explicarlo? -interrogó a Entreri, pero hizo una pausa para examinar al hombre antes de dirigir a sus amigos una mirada inquisitiva.

-Lo tocó de una manera especial -dijo Emelyn sin más. Gareth asintió lentamente.

-¿Dónde está Olwen? -preguntó con una súbita perentoriedad en la voz.

-Asegurándose de que el drow se ha marchado.

-Y así es -la voz del explorador llegó desde la boca del túnel-. Sospecho que por un portal mágico. Y si las pistas sirven de algo, y todos sabemos que así es, entonces Jarlaxle no era el único elfo, tal vez drow, que anduvo por este lugar. Creo que nuestro amigo, el rey de Vaasa, tendrá que responder a algunas preguntas.

-Entonces debería empezar por esto -dijo Emelyn, y tanto él como Gareth se apartaron del tapiz para que lo vieran bien Entreri y sus captores más próximos. Detrás del asesino, Olwen balbució algo. Kane, que estaba a su lado no articuló palabra o sonido alguno y su cara permaneció totalmente inexpresiva.

Cuando gradualmente empezó a enfocar la vista en el tapiz, Entreri quedó todavía más confundido. La imagen parecía doble, como si el tapiz cobrara vida y sus habitantes fueran a salirse de la tela y bajar al salón del trono.

Pero entonces se dio cuenta, en los recovecos de su mente aturdida pero filtrándose poco a poco en sus pensamientos globales, que las personas retratadas en el tapiz eran las mismas que ahora estaban junto a él en el salón del trono, ya que el tapiz representaba la victoria del rey Gareth sobre Zhengyi, el Rey Brujo, y con gran riqueza de detalles.

-¿Y bien, rey Artemis? -preguntó Gareth-. ¿Por qué has hecho decorar tu salón del trono con escenas como éstas?

Entreri se lo quedó mirando totalmente mudo.

Entonces Kane lo empujó hacia un lado y lo ayudó a sentarse en uno de los tronos hechos de seta.

-Todavía no puede responder -le explicó Kane a Gareth-. El misterio se mantendrá todavía por un rato.

-Lo mismo que éste -respondió Gareth pasándole a Kane un pergamino enrollado, el mismo que el monje había visto en el trono al pasar. Lo cogió de las manos de Gareth y lo desenrolló. Tampoco esta vez mostró la menor emoción, aunque las crípticas palabras eran realmente sorprendentes.

Bienvenido Gareth, rey de Damara.

Bienvenido Gareth, rey de Vaasa.

Rey de Vaasa, nuestra más sincera bienvenida.

-¿Qué clase de broma es ésta? -preguntó Emelyn, leyendo por encima del hombro de Kane.

Fuera del salón del trono se oyeron vivas al rey Gareth provenientes de los alborozados soldados de Palishchuk.

Todos miraron a Gareth.

-Se ha terminado la amenaza para su hermosa ciudad -explicó. Fray Dugald lanzó una risotada a la que se sumaron algunas otras. -y el drow no aparece por ninguna parte -le dijo Emelyn a Entreri-. ¿Tú eres el sacrificado, entonces?

-Un verdadero desperdicio de talento -afirmó Olwen-. Es un buen luchador.

-Aunque no tan veloz -repuso Dugald-. Pero si hemos terminado aquí, volvamos a la aldea de la Piedra de Sangre. Aquí arriba hace un poco de frío.

-Bah, tienes capas suficientes de Dugald para guardarte del viento norte -se burló Riordan Parnell, apareciendo en la puerta abierta de la torre del homenaje-. Nuestros amigos de Palishchuk quieren una celebración, por supuesto.

-Siempre quieren celebrar -respondió Dugald.

-Me gusta realmente el lugar.

-Ahora mismo, en cuanto estemos seguros de que la amenaza ya no existe, nos vamos a casa -dijo Gareth. Dejaremos un contingente que se quedará en Palishchuk todo el invierno si lo desean nuestros amigos semiorcos, por si surgiera algún imprevisto. Pero para nosotros, lo mejor y lo más prudente es irnos a casa.

-¿Y él? -preguntó Kane señalando a Entreri.

-Él también -oyó Entreri que decía Gareth, lo cual le causó una gran decepción pues deseaba que todo acabará cuanto antes.

-Vuelven a la aldea de la Piedra de Sangre, donde tu amigo será ejecutado -dijo Kimmuriel Oblondra mientras observaban la conversación en el cuenco de visión.

-Gareth no lo matará -lo corrigió Jarlaxle.

-No tendrá más remedio -insistió el psionicista-. Tú lo proclamaste rey de Vaasa. Si Gareth permite eso, quedará disminuido a los ojos de sus súbditos, irreparablemente. Ningún rey seda tan tonto como para aguantar que persistiera semejante amenaza. Es una incitación a la anarquía.

-Lo subestimas. Lo ves a través del prisma de tu experiencia con las madres matronas de nuestra tierra.

-Y doy las gracias de que así sea, pero a ti la razón te dice otra cosa -replicó Kimmuriel-. Toma distancia de tu amistad con los humanos,

Jarlaxle, porque nubla tu sentido común.

Jarlaxle se apartó mientras los magos terminaban su salmodia y el cuenco se volvía silencioso al tiempo que la imagen se iba disipando. Jarlaxle era un drow que por lo general sabía lo que se decía y que apoyaba esa certidumbre con una generosa comprensión de los demás. Pero también había aprendido hacía mucho tiempo a confiar en el juicio de Kimmuriel, pues éste nunca dejaba que sus esperanzas o sus pasiones se antepusieran a la pura lógica.

-No podemos permitirlo -observó Jarlaxle hablando tanto para sí como para Kimmuriel.

-No podemos impedirlo -respondió Kimmuriel, y Jarlaxle se dio cuenta de que los magos que tenían a uno y otro lado arqueaban las cejas al oír eso. ¿Acaso esperaban que se produjera una confrontación, una lucha por el liderazgo de Bregan D'aerthe?

-No vaya enfrentar a Bregan D'aerthe con el rey Gareth -prosiguió Kimmuriel-. Ya te lo he explicado una vez. Nada de lo que ha sucedido ha modificado esa postura, y por supuesto, no por un humano patético que, aunque fuese rescatado, morirá por causas naturales antes de que el recuerdo de este incidente se haya borrado de mi conciencia.

Jarlaxle se asombró ante esta última afirmación, teniendo en cuenta que Entreri había incorporado un poco de esencia de sombra a su sangre mediante el uso de su daga vampírica. No obstante, dejó esa idea para otro día y se centró en la cuestión que tenían entre manos.

-No te he pedido que entres en guerra con Gareth -dijo-. ¿Crees que habría abandonado los poderes del castillo de haber querido semejante cosa? ¿No habría convocado a Urshula para castigar las filas de Gareth? No, amigo mío, no nos enfrentaremos al rey de Damara y a su formidable ejército. Por todo lo que sé, él es un humano razonable y sabio. Lo que haremos es intercambiar algo por Entreri.

En la cara de piedra de Kimmuriel hubo por un momento una sombra de duda.

-No tienes nada con que negociar.

-¿Acaso no viste la expresión del rey Gareth cuando examinó mi regalo?

-Vi más confusión que gratitud.

-La confusión es el primer paso hacia la gratitud, si actuamos con inteligencia. -La sonrisa astuta de Jarlaxle hizo que todos los presentes lo miraran con preocupación, excepto Kimmuriel, por supuesto-. El campo de batalla está preparado. Sólo necesitamos otro elemento de negociación. Ayúdame a conseguirlo.

Kimmuriel le dirigió una mirada dura y cargada de duda, pero Jarlaxle sabía que el inteligente drow entendería fácilmente la propuesta que aún no había explicado.

-Será divertido -prometió Jarlaxle.

-¿Y compensará lo que cueste? -preguntó Kimmuriel-. ¿O el tiempo que le dediquemos?

-A veces la diversión es más que suficiente.

-Sin duda -replicó el psionicista-. ¿Y todo esto, la llegada de las tropas, la muerte de toda esa carne de catión, la retirada con semejante despilfarro de magia, valió la pena para Jarlaxle, fue un simple juego sólo para divertirse y para huir después cuando ocurrió lo previsible y el rey Gareth se presentó ante sus puertas?

Jarlaxle sonrió y se encogió de hombros como si todo aquello no tuviera importancia. Entonces sacó una curiosa gema que tenía la forma de un pequeño cráneo y con un simple movimiento la hizo girar como una peonza lanzándola hacia Kimmuriel.

-Urshula -explicó Jarlaxle-. Un poderoso aliado para Bregan D'aerthe.

-El Jarlaxle que yo conozco no cedería semejante trofeo.

-Te lo presto como un activo para Bregan D'aerthe. Además, es indudable que tú puedes averiguar más que yo sobre el dracolich con la ayuda de tus sacerdotes y magos, e incluso de los ilitas,

-¿Como pago por nuestra ayuda en tu próxima empresa?

-Como pago por la que ya me habéis proporcionado y por la que todavía me proporcionaréis.

-¿Cuándo encontremos algo con que negociar por el patético humano?

-Por supuesto.

-Te lo vuelvo a preguntar, Jarlaxle: ¿por qué?

-Tal vez por el mismo motivo por el que admití a un refugiado de la Casa Oblondra.

-¿Para expandir los poderes de Bregan D'aerthe? -preguntó Kimmuriel-. ¿O para ganar nuevas experiencias para Jarlaxle?

El drow se quedó pensándolo un momento y asintió.

-Sí -respondió riendo.