Un buen punto de partida es donde se encuentra usted ahora.
ANÓNIMO
Si usted lee este libro mientras espera a su bebé, le será de ayuda saber que no todo empieza después del parto. Hoy podemos asegurar que muchas de las características personales de su bebé pueden fomentarse desde su estancia en el útero de su madre y también dependiendo de cómo se aborde el acto de nacer.
Puede que usted ya haya tenido a su bebé y piense que ha llegado tarde, pero no es así: nunca se sabe si este capítulo puede servirle para un futuro hijo, nieto, hijo de una amiga… Así que anímese a leerlo.
Para hablar de cómo el parto y el nacimiento influyen en la crianza tenemos que comprender las bases neurobiológicas y hormonales de las que dependen que se establezcan o se dificulten el proceso del parto y el vínculo afectivo que se forja entre la criatura que acaba de nacer y su madre en las primeras horas tras el nacimiento.
Yo te esperaba y el espejo nos miraba mientras ya te amaba.
A. GUZMÁN
Todo el mundo sabe que es importante que la embarazada cuide tanto de ella como de su futuro hijo. Eliminar el tabaco y el alcohol de la dieta de la madre, tomar ácido fólico y llevar una dieta adecuada sin carencias importantes ayudarán a prevenir malformaciones[29] en nuestros hijos y problemas tanto médicos[30] como psicológicos[31].
Se ha demostrado que el seguimiento de la mujer embarazada por parte de una matrona, o similar, reduce la tasa de mortalidad infantil, y una buena información tanto de su embarazo como de su parto ayudará a la madre a estar más relajada durante la gestación y el nacimiento. También le orienta para que sepa qué quiere y cómo obtenerlo. En caso de partos «normales» y fisiológicos deberíamos ayudar a las mujeres a concienciarse de qué tipo de parto quieren y cómo pueden conseguirlo.
La toma de fármacos durante el embarazo debería estar siempre bajo estricto control médico. Pero asegúrese de que su doctor esté al día de las compatibilidades o incompatibilidades de los fármacos y el embarazo. La mayoría no recetan fármacos por miedo o prudencia, cuando la verdad es que, salvo casos importantes, casi todos los fármacos (analgésicos, antibióticos, etcétera) se pueden tomar. Como recurso profesional, se puede utilizar la siguiente página del hospital Marina Alta en Denia, Alicante, por ser de las más completas que hay. Si su ginecólogo duda, puede pasarle el enlace www.e-lactancia.org.
Disfrute de su embarazo. Quizá nadie se haya parado a investigar los efectos del disfrute del embarazo en su salud y en la del niño, pero mientras somos felices secretamos endorfinas y eso siempre tiene beneficios a corto, medio y largo plazo.
Puede que tenga molestias en algunos momentos, pero considérelo una experiencia más en su vida y no un sufrimiento. Anímese a ver la parte positiva de lo que le ocurre (¡que es mucha!).
La decisión de tener un hijo es trascendental. Es aceptar por siempre que tu corazón ande vagando fuera de tu cuerpo.
E. STONE
La importancia del embarazo nadie la discute, pero quizás mucha menos gente sabe lo importante que es el momento del parto tanto para la madre como para el bebé: la mujer es una mamífera y el parto es un proceso instintivo guiado genética mente por el sistema límbico. Si recuerdan el capítulo anterior, explicábamos que el sistema límbico es el que rige nuestras emociones, por lo que, para que progrese adecuadamente, se deben evitar tanto interferencias externas como internas, sobre todo por parte de la corteza cerebral, que tiene la «virtud» de alterar a nuestro sistema límbico.
Dicho de otro modo, el sistema límbico modifica el funcionamiento de la formación reticular y de la corteza cerebral haciendo que sus funciones estén al servicio del parto y que, en la medida en que la corteza cerebral esté desactivada, la hembra mamífera pueda seguir los instintos propios de su especie, es decir, del sistema límbico, heredados filogenéticamente a lo largo de la historia del Homo sapiens.
Esto hace que la mujer de parto no pueda estar pendiente del entorno que la rodea ni de ninguna actividad que implique la participación de la corteza cerebral y favorecer que su cuerpo haga lo que instintivamente sabe hacer.
Es frecuente ver que cuando una mujer de parto está conectada con su sistema límbico se comporta de una forma más primitiva, adoptando posturas y emitiendo sonidos que pueden sorprender a los profesionales que acompañen a la parturienta si no están acostumbrados a atender partos fisiológicos, dado que hoy en día la mayoría de los partos son intervenidos. Esta intervención hace que sea difícil poder ver comportamientos instintivos de las mujeres durante el parto, hasta tal punto que se les llama la atención si gritan o gimen y no se les permite adoptar la posición que ellas quieran (cuatro patas, cuclillas…)[33]
El parto no es una enfermedad; por lo tanto, la mayor parte de las veces no tendría que ser medicalizado ni transcurrir en un entorno hospitalario, si así se deseara. Es como el comer: cada uno lo puede hacer por sí mismo, pero si hay un problema (atragantamiento, anorexia, etcétera) hay tratamientos, técnicas e intervenciones por parte de los profesionales de la salud que son de agradecer. Es por eso por lo que No deberían realizarse procedimientos que interfirieran en la fisiología, a menos que las condiciones de salud de la madre y/o del feto los necesitasen para asegurar su salud; es decir, habría que hacer un uso racional de la tecnología aplicada al parto.
Como el parto depende de nuestro cerebro más intuitivo y sensorial, la mujer de parto precisa y busca intimidad y tranquilidad en el momento del parto, al igual que otra mamífera; cualquier cosa que altere esta tranquilidad liberará hormonas de alerta y activará la corteza cerebral, que, a su vez, inhibirá el hipotálamo, lo que puede hacer que se refrene o incluso anule la secreción de oxitocina, hormona fundamental para el progreso del parto, por eso es tan importante que en el momento del parto haya intimidad y tranquilidad para que el parto se desarrolle con normalidad.
En este sentido, también podemos observar que los espacios dedicados en los hospitales para parir son, en su mayoría, fríos y austeros, y no tienen en cuenta las necesidades de la mujer. Si bien en estos últimos años podemos percibir que a la hora de diseñar nuevos hospitales o reformar los antiguos ya se tienen en cuenta factores como el espacio, la iluminación, el aislamiento acústico, los flujos de personal y pacientes, etcétera, de forma que se cree un ambiente hospitalario agradable e íntimo que transmita a la parturienta una sensación de hogar, de seguridad, calor y tranquilidad.
¿Cómo conseguirlo? Basta con elegir pinturas cálidas, imágenes o cuadros relajantes, luz natural filtrada, puntos de luz indirectos y de intensidad regulable, aislamiento acústico (para evitar que la oigan u oír a otras personas), y proporcionarle la posibilidad de escuchar la música que ella desee. Que todo el proceso del parto discurra en la misma habitación también ayuda a que la mujer se sienta relajada y tranquila, pues el hecho de trasladarla a otra sala con aspecto de quirófano, como suele suceder en los paritorios tradicionales, a veces hace que la mujer lo viva como una amenaza, como un peligro, lo que implica que predomine la actividad de la corteza cerebral sobre el sistema límbico, con la consecuente alteración en la liberación de la oxitocina.
Que los muebles de la habitación sean de color madera, en vez de metálicos, hace que la mujer se olvide de que está en un ambiente hospitalario y, por lo tanto, que no permanezca alerta, lo mismo si evitamos que el material médico quirúrgico esté a la vista. Para ello podemos guardarlos en muebles o tras una cortinilla.
Para no activar la corteza cerebral es necesario también evitar estímulos sensoriales fuertes, es decir ruidos, olores…; se debe cuidar el lenguaje para no inducir ideaciones en la corteza cerebral, procurando en lo posible hablarle y, si se hace, no tocando temas relacionados con la salud.
También se debe evitar que la mujer se sienta observada y todo aquello que la pueda poner «nerviosa». Si dejamos que la madre pueda desconectar de su córtex, entrando en un estado feliz, de despreocupación, se favorece el instinto del parto por influjo de la oxitocina liberada por el hipotálamo: esta secreción de oxitocina se inhibe por influencia de la corteza cerebral y ello no nos interesa durante la dilatación, ya que si no hay oxitocina no hay contracciones y si no hay contracciones no hay parto.
«Dice Michel Odent[34] que es suficiente preguntar a una parturienta su número de la seguridad social para que el parto se interrumpa: la corteza cerebral inhibe los delicados mecanismos del cerebro primitivo y lo interrumpe. El mismo efecto inhibidor producen las actitudes autoritarias, el lenguaje puramente racional o irrespetuoso, la presencia de observadores, los tactos vaginales constantes, las luces potentes, los ruidos…»[35]
El hecho de que el parto sea más corto o más largo, se pare o continúe, lo vivamos con más dolor o con menos depende de un sutil equilibrio de hormonas y neurotransmisores que podemos «aprender» a favorecer o a entorpecer. Por eso la madre debería estar informada de cómo hacer su parto más fácil y agradable.
El amor me impulsa y me hace hablar así.
DANTE ALIGHIERI
También es denominada la hormona del amor, del altruismo o de darse a los demás, por su actividad tranquilizante e inhibidora de la agresividad, y se la relaciona asimismo con la protección de las crías y con la sensación de plenitud o satisfacción. Se ha visto que el feto segrega oxitocina durante el parto, lo que también puede ayudar a reforzar el vínculo maternofilial y a que se sienta protegido y querido.
Justo después del parto y antes de la expulsión de la placenta es cuando la mujer tiene la mayor capacidad de secreción de oxitocina, por lo que es muy importante que en ese momento se eviten todos los factores comentados anteriormente que puedan dificultar su liberación; además, si se lo permiten, la madre estará sosteniendo en brazos a su bebé, piel con piel, le mirará a los ojos con fascinación, le olerá, le acariciará, y esto a su vez favorecerá la liberación pulsátil de la oxitocina y del resto de hormonas, que veremos a continuación, íntimamente ligadas al establecimiento del vínculo.
Podemos favorecer a la madre dejándola tranquila durante el parto y facilitándole todo aquello que pueda necesitar para tal fin.
Es la llamada hormona de la maternidad y es complementaria a la oxitocina en la creación de este vínculo; además, es la responsable de la lactogénesis[36], mientras que la oxitocina en la lactancia tendrá un efecto sobre la eyección[37] de la leche. Es importante para que sus niveles sean correctos que la expulsión placentaria sea total. Si usted alumbra completamente su placenta después del parto (sale entera), no debería haber problemas para un correcto nivel de prolactina (a no ser que usted tuviera un problema anterior).
Durante el parto se ha visto que se liberan endorfinas, que potencian el reflejo cérvico-vaginal; el feto también las libera, de tal forma que durante el parto y las horas siguientes al mismo tanto la madre como el bebé están impregnados de endorfinas, opiáceos que disminuyen la sensación desplacentera y crean un efecto de bienestar, además de favorecer el vínculo. Por eso, entre muchas otras cosas, no debería separarse a la madre del bebé recién nacido. Este momento después del parto es de vital importancia para la vinculación entre madre e hijo. De hecho, en la mayoría de hembras mamíferas, si no tienen contacto, aunque sólo sea visual o auditivo, con sus crías, suelen rechazarlas a posteriori. Por la misma razón muchas madres que han estado separadas de sus hijos «dicen» no saber qué hacer con ellos o cuentan que les costó más entablar una relación afectuosa con él.
Son hormonas que potencian el instinto maternal estimulando la síntesis de oxitocina.
Se liberan como consecuencia de la salida (expulsión) del bebé y hacen que la madre tenga energía y permanezca en estado de alerta cuando este nace para acogerlo y protegerlo; este instinto es muy patente en las hembras de otros mamíferos para evitar que las separen de sus crías. El bebé también libera catecolaminas que le provocan estar atento, con los ojos abiertos: este cruce de miradas entre madre e hijo/a es un factor que refuerza el vínculo. Por eso no se debería separarles.
Entre una y dos horas después del parto el bebé está en alerta y es normal que no se duerma hasta pasado este tiempo. En esos instantes, si se le deja encima del cuerpo de su madre, es capaz de reptar hasta su pecho y agarrarse espontáneamente, favoreciendo el inicio y la buena implantación de la lactancia.
También se fomenta el vínculo que permite conocer y reconocer a la madre por parte de su bebé, y viceversa.
Si se hace algo mal con bastante frecuencia, acabarán pensando que es correcto.
BLOCH
Ya hemos visto cuán importante es preservar el delicado equilibrio de las hormonas y mecanismos cerebrales durante el parto, por lo que pueden llegar a influenciar a la madre y al bebé. Imaginen ahora el hecho de realizar de forma rutinaria, sin que sea necesario, las siguientes acciones en la madre:
Estas tres primeras acciones no afectan directamente al bebé, pero sí indirectamente, puesto que muchas madres las encuentran «degradantes» y eso hace que su proceso de parto se altere. En el caso de la episiotomía, además, como la madre tiene incomodidad al sentarse, se siente más cansada, con la autoestima más baja; quienes nos dedicamos a asesorar a la madre en la lactancia sabemos que esto dificulta la adquisición de la posición correcta.
Tampoco se recomienda realizar estas rutinas en el proceso del parto:
Estas últimas sí afectan al bebé. Por ejemplo, el pinzamiento precoz interrumpe totalmente el aporte de oxígeno de la placenta antes de que los pulmones comiencen a funcionar y detiene la transfusión placentaria; es decir, la transferencia de un gran volumen de sangre (hasta el 50 por ciento del volumen total), cuya función es principalmente la de establecer la circulación a través de los pulmones del bebé para iniciar su funcionamiento.
Actualmente se consideran perjudiciales para el niño acciones como el aspirado de secreciones nasales o la introducción de sondas bucales y anales. No deje que se las practiquen a su hijo de forma rutinaria. El aspirado puede provocar un taponamiento de las fosas nasales (aunque sea por irritación e hinchazón) que impide la lactancia, y la introducción de sondas en un bebé que no gestiona el estrés (y que siente más dolor que un adulto) provoca estados de shock y ansiedad. Si el niño tuviera el orificio bucal obturado, se verá con la primera toma de leche de su madre, y el cierre del anal si no expulsara el meconio. Fácil ¿no?
No es el fin de este libro hacer una explicación exhaustiva de estos temas, pero como están relacionados con la crianza (motivo central del mismo) los citamos y le recomendamos como padres que van a ser (o si tienen conocidos que van a tener hijos) que se informen bien y que sepan que contra este tipo de alteraciones sin fundamento hay alternativas legales. Como futura madre puede redactar una «carta de parto[38]» en la que incluya las directrices que le gustaría que siguieran en el hospital con usted y su hijo; también pueden ayudarle algunas indicaciones del Ministerio de Sanidad[39] al respecto.
En general, es importante no interferir en el proceso fisiológico sino todo lo contrario, favorecerlo. No hay que estorbar en el momento del nacimiento, sino permitir que los instintos maternos, genéticamente programados, se expresen libremente para que la madre pueda proporcionar a su bebé alimento, protección, y amor, dejándose llevar por su naturaleza maternal (regulada fundamentalmente por el sistema límbico o parte del cerebro responsable de las emociones). Michel Odent recomienda «mamiferear el parto», es decir, recuperar como mamíferos nuestra capacidad de parir sin que nada nos estorbe.
No hay nada más interesante que la conversación de dos enamorados que están callados.
A. TOURNIER
El bebé acaba de nacer, ha estado nueve meses con usted y no es cuestión de cambiar eso en un minuto.
Las hormonas liberadas por la madre y por el bebé durante las contracciones y el parto no se eliminan inmediatamente, sino que se van eliminando poco a poco y son las responsables de que se establezca este vínculo afectivo entre la madre y su bebé. Este periodo se denomina «periodo sensible» y va a jugar un papel crucial en la relación materno-filial que se establezca. Por ello es fundamental que todos los cuidados que se proporcionen a la pareja mamá-bebé durante este periodo tengan como premisa respetar este momento y no realizar ninguna intervención que implique separarlos o desviar la atención de uno hacia el otro.
De esta forma, la fisiología del posparto también evolucionará correctamente, favoreciendo, por ejemplo, que los niveles hormonales mantengan el útero contraído (evitando así la hemorragia posparto).
Este contacto piel con piel entre la madre y el recién nacido tras el parto favorece no sólo el vínculo, sino que propicia:
Hay una sincronía entre la temperatura corporal de la madre (unos 36-37° C) y el bebé. El bebé depositado sobre el pecho desnudo de la madre «sube» su temperatura de forma más rápida que envuelto en las mejores mantas y depositado en la más eficaz de las cunas o incubadoras[40]
Como todo bebé altricial, necesita del cuidado de los otros para su supervivencia; por lo tanto, el no sentir a alguien cerca le provoca respuestas de llamada hacia el cuidador. Eso es el llanto del bebé separado.
Todos los bebés, al ser separados de la madre, responden con lo que se llama protesta de desesperación. Lloran ininterrumpidamente para conseguir volver a reunirse con la madre. Sólo dejan de llorar cuando ya no tienen fuerzas para seguir haciéndolo. El llanto prolongado provoca estrés y el bebé estresado cae en la desesperación. La temperatura corporal baja para ahorrar energías y poder sobrevivir más tiempo solo. La frecuencia cardíaca se hace inestable y la respiración se altera significativamente[42].
Estar con la madre favorece la colonización del bebé de la flora bacteriana de la madre, lo que impide que otros gérmenes patógenos lo hagan, evitando así infecciones nosocomiales.
«Un recién nacido separado tiene a las seis horas de nacer el doble de cantidad de hormonas de estrés que un recién nacido que ha permanecido en contacto piel con piel con su madre[44]».
Fomenta el inicio de la lactancia y la buena marcha de esta[45] ya que el bebé dejado al pecho suele reptar e iniciar la lactancia por sí solo. Pero sobre todo empieza a tomar calostro, de vital importancia para el recién nacido.
Fomenta la vinculación entre la madre y el hijo[46] no sólo en los primeros momentos, sino hasta edades muy prolongadas. «No hay un tiempo de separación seguro. La separación siempre daña. Lo correcto es no separar en absoluto» (Asociación El Parto es Nuestro).
No olvidemos que el parto conlleva el nacimiento de un nuevo ser que tiene derecho a ser recibido con respeto a sus necesidades básicas, con seguridad pero con amor. Las separaciones injustificadas del recién nacido/a de su madre no son inocuas, ya que el mejor sitio en el que pueden estar los bebés es en brazos de su madre y recibir así su calor, amor, protección y, por supuesto, el mejor alimento: su leche.
Algunos se preguntarán cómo se va a llevar a cabo la exploración del recién nacido si no es separado de su madre. En la «Estrategia de atención al parto normal» del Ministerio de Sanidad y Consumo[47] se explica que lo más importante, una vez el niño ya está en este mundo, es la identificación y el test de Apgar. Las dos cosas pueden ser realizadas permaneciendo encima de su madre. Y cuando finalice este contacto precoz (unos setenta minutos), entonces ya se puede realizar el pesado del niño, la profilaxis ocular, vitamina K… en presencia de los padres y tras su consentimiento.
Es decir, que después de un periodo prudencial, son los padres los que deciden cuándo se le practican esas pruebas al bebé.
Hace unos años el equipo del Karolinska Institutet de Estocolmo realizó el siguiente estudio en el Hospital 12 de Octubre: «Separation Distress Call in the Human Neonate in the Absence of Maternal Body Contact». Querían estudiar los efectos de la separación sobre los bebés y tuvieron que venir hasta aquí porque las leyes suecas impiden la separación de madre-bebé tras el nacimiento.
Actualmente, tal y como dice el Dr. Gómez Papí[48]:
El contacto piel con piel forma parte de los diez pasos de la «Iniciativa Hospital Amigo de los Niños», está incluido en la Declaración de Barcelona sobre los Derechos de la Madre y el Recién Nacido (World Association of Perinatal Medicine, 2001), en las recomendaciones del Comité de Estándares de la Sociedad Española de Neonatología (Comité de Estándares SEN, 2001), en las del Comité de Lactancia Materna de la AEP (Hernández et al., 2005) y en las de la Sección de Lactancia Materna de la Academia Americana de Pediatría (AAP, 2005).
Todo lo dicho hasta ahora sólo se produce en el caso de un parto fisiológico, pero esto no quiere decir que en el resto de partos no podamos minimizar los estímulos inapropiados y favorecer los adecuados.
Puede que nuestro hijo deba nacer por pero eso no implica que sea separado de la madre. Puede que nuestro hijo necesite instrumentalización para nacer, pero eso no significa que no deba ser respetado el proceso de parto en la madre o que se separe al bebé de ella de forma rutinaria.
El bebé nacido de un parto normal por vía vaginal necesita a su madre, pero el que nace después de un parto difícil aún la precisa más, ya que a mayor intervención, mayor vulnerabilidad del feto, y por lo tanto mayor necesidad de sentirse vinculado con su madre y tranquilizado por ella.
En algunas de nuestras maternidades, en casos de partos normales se respetan las decisiones de las madres y no son separadas de sus bebés. En cambio, cuando hay un pequeño problema[49] se separan (precisamente cuando ese bebé necesita más que otros el contacto piel a piel con su madre).
En casos de grave enfermedad de la madre, el bebé puede quedar a cargo del padre, piel con piel. ¿Por qué no?
FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, l., La revolución del nacimiento, Granica, Barcelona, 2006.
LEBRERO, E. y OLZA, l., ¿Nacer por cesárea?, Granica, Barcelona, 2005.
ODENT, M., Nacimiento renacido, Creavida, Buenos Aires, 1984.
—, El bebé es un mamífero, Mandala Ediciones, Madrid, 1990.