CAPÍTULO X
EL CONTROL DE ESFÍNTERES

El problema de hacer algo bien a la primera es que nadie se da cuenta de lo difícil que fue.

S. P. ROBBINS

El pañal es de esos artilugios que los niños nunca piden y que los padres ponemos para facilitarnos la vida. Y está bien, porque así podemos tener más tiempo para los niños y la vida se nos hace más agradable.

El único problema es que a veces no recordamos que somos nosotros quienes le creamos esta dependencia y luego esperamos que, en el momento que nosotros decidamos, el niño lo abandone sin más.

ADIÓS AL PAÑAL. CÓMO EMPEZAR

Lo mejor sería no ponérselo, pero, ya que lo lleva, habrá que quitárselo.

Si no aprovechamos ese momento, entre los 2 y 3 años suele ser una etapa en que muchos niños lo dejan. No quiere decir que todos estén preparados, pero se puede intentar.

¿HAY QUE ACOSTUMBRAR AL NIÑO AL ORINALITO?

Muchas madres me preguntan si deben sentar a sus hijos a unas horas fijas y, si es así, cada cuánto.

Yo creo que lo de sentar al niño en un orinal responde a dos razones: la primera, porque lavamos menos ropa. Intentamos que el niño haga sus deposiciones a una hora, tanto si lo pide como si no, y si suena la campana ¡perfecto! Una prenda menos que lavar. El otro motivo es que así tenemos «entretenidos» a los niños un ratito.

Ninguna de las dos cosas beneficia al niño. Primero, es mejor estar entretenido en otras cosas que sentado en un orinalito y, además, es mucho más educativo. Segundo, ¡menos mal que desaprendemos lo que nos han enseñado de pequeños! Imagínese que usted aún tuviera que ir al baño a las mismas horas a las que le acostumbraron de pequeña. En mi caso, debería interrumpir mi trabajo varias veces; en cambio, me adapto a mi horario y voy al baño en momentos en los que no interrumpo nada importante. He aprendido a esperar y a controlar verdaderamente los esfínteres: yo decido (con un límite, ¡claro!) cuándo voy al baño. En tercer lugar, los niños deben aprender a controlarse ellos y no a que usted adivine a qué hora hacen normalmente sus deposiciones y los siente en un orinal.

Si usted deja que el niño «note» qué sucede cuando «siente» que quiere hacer pis, él irá intuyendo que cuando tiene esa sensación se avecina lo que no quiere, porque no es agradable estar sucio ni mojado. En un principio, dirá «pipí» mientras se lo hace. Luego, dirá «pipí» un poquito antes de hacérselo, pero sin que le dé tiempo de llegar al baño. Y, finalmente, acabará diciendo «pipí» con antelación suficiente.

Si usted lo sienta en el baño a unas horas que sabe que son las mejores para el bebé, puede que haga sus deposiciones allí, pero usted no sabe si anticipa lo que está haciendo.

¿Y SI ALGO FALLA?

Una planificación cuidadosa no puede sustituir a la mala suerte.

LEY DE MURPHY N.° 17

Hay niños que empiezan a esconderse para hacer sus deposiciones, otros hacen retenciones de orina de más de seis horas, los hay que se asustan y sólo quieren hacer sus cositas con el pañal… Estos son indicadores de que el niño no está preparado. Nos demuestran que nos hemos equivocado y que hemos de retrasar ese momento.

¿Qué hacer? Se le dice al niño si quiere una temporadita más el pañal (seguramente contestará que sí), se lo ponemos, y a esperar. Al cabo de unos cuatro meses podemos volver a probar y hacer lo mismo. Esto se puede repetir tantas veces como se quiera.

Durante el tiempo en que vuelve a llevar el pañal hay que preguntarle qué le molestaba, cómo podemos mejorar, a ver si averiguamos algo. Si no, siempre podemos explicarle de nuevo el cuento, a ver si va asimilando lo que se espera de él.

Muchos se preguntarán por qué hay niños que lo pasan mal o que se asustan de no llevar pañal. Pues porque hasta entonces casi no se habían dado cuenta de lo que pasaba. Los pañales modernos[124] son muy absorbentes y el niño casi no nota las consecuencias de hacerse pis o caca (a veces el pañal va tan apretado que no sabe si ha hecho caca o no). Por eso cuando quitamos el pañal, al ver cómo «sale» todo aquello de ahí dentro, se asustan, porque no saben bien lo que pasa. Es similar a lo que les sucedía a muchas chicas de mi generación, que no sabían «exactamente» lo que era la menstruación y se asustaban las primeras veces.

Hay una ocurrencia muy buena de Luis Piedrahita[125] para ilustrar este hecho en la que Adán, el primer día que va al baño, le comenta asustado a Eva que cree que se le está saliendo el barro de dentro.

Algo así pueden sentir nuestros hijos. Seamos respetuosos con ellos y, cuando estén más calmados y hayan asimilado lo que les pasa, podemos volver a empezar.

Si se fuerza a un niño a continuar sin pañal cuando aún no está preparado o se le castiga cuando hay escapes involuntarios, ese niño —que aún no controla los esfínteres— contraerá la musculatura de su zona genital para que no salga nada y evitar así ser castigado (como los adultos cuando tenemos mucho pis y no podemos entrar en el baño, que apretamos esa zona). Esa forma incorrecta de control del esfínter está relacionada en la vida adulta, sobre todo, en mujeres, con dificultades para tener relaciones sexuales satisfactorias y/o con problemas de penetración, puesto que la musculatura guarda memoria y sigue estando contraída.

¿HASTA CUANDO ES NORMAL QUE SE HAGAN PIPÍ?

La Academia Americana de Psiquiatría, en su manual internacional DSM-IV-TR, no encuentra problemática la enuresis[126] hasta una edad de 5 años (o desarrollo equivalente; esto quiere decir que si tuvo un niño prematuro con problemas, puede ser normal que se retrase más) y la encopresis[127] hasta los 4 años (o desarrollo equivalente).

Pues bien, en nuestro país, si un niño llega al colegio (con unos 3 años) y todavía lleva pañal, se van a comer viva a su madre. Y ese es uno de los problemas que exponíamos en la primera parte de este libro, que queremos que todos los niños sigan idéntico ritmo y pasen a la vez por el mismo aro. Estas situaciones crean ansiedad en los niños.

De todas formas, el hecho de que aún se haga pipí pasada esta edad no quiere decir que tenga un problema muy grave. En principio, todo niño sano, sin alteración neurológica o demás, va a controlar los esfínteres algún día. Así que no empiece una carrera contrarreloj que puede provocar ansiedad y rechazo en el menor, y hágalo pausada y agradablemente.

¿HAY MÉTODOS PARA QUE DEJEN DE HACERSE PIPÍ?

Si, los hay. Y muchos de ellos funcionan, pero depende del niño.

La mayoría están enfocados a niños mayores de 6 años (puesto que a los 5 aún se considera normal) con los que no se nota mejoría de otras formas. No son métodos para utilizar desde el primer día, sino sólo con niños que ya tienen un problema.

El más conocido es el de «la anticipación». Los padres levantan de la cama al niño por la noche y le llevan al baño. Lo primero que deben hacer es averiguar a qué hora quiere hacer pipí su hijo o hija.

Se trata de lo siguiente: usted levanta al niño, supongamos, a las tres de la madrugada; si el niño no se ha hecho pis, en la noche siguiente puede levantarlo media hora más tarde; si tampoco se ha hecho, lo puede seguir retrasando hasta que un día ya sí se habrá hecho pipí. Entonces, levántele media hora antes de esa hora.

Cuando ya sepa a qué hora más o menos tiene ganas, le levanta cada día a esa hora o le pone un reloj para que lo haga él (esto se puede pactar). Con el tiempo anticipará ese momento y hará pis en el váter sin mojar la cama, que es lo que hacemos los adultos cuando tenemos ganas de hacer pis por la noche.

Pero, como hemos dicho, todo depende del niño. Hay niños a los que no les gusta hacerse pis y, por lo tanto, si usted le explica a su hijo que va a ayudarle, se lo agradecerá y, cuando por la noche le despierte, pensará entre sueños: «Qué buenos son mis padres que se preocupan por mí».

Pero si su hijo es de los que les da igual mearse o no, no lo intente, porque cuando le levante por la noche pensará que tan sólo lo hacen para fastidiarle. Incluso puede que aumente su ansiedad (uno de los factores que hace que los niños se meen más tiempo) y el rechazo hacia ustedes.

Otro método es el del pipí stop. Es como un circuito eléctrico (no, no tiene peligro) que se cierra cuando el niño se hace pis. En ese momento suena la alarma y el niño debe levantarse y hacerse la cama y cambiarse. Se supone que así va notando cada día a qué hora le entran ganas de hacer pis (como en la anticipación), y el hecho de tener que trabajar a media noche (cambio de cama, etcétera) hará que se levante cuando note esa sensación.

Este método no sirve con niños muy pequeños, y los mayores acaban pasando de todo. En cualquier caso, la mejor prueba de que un método funciona suele ser la propia motivación e implicación del niño.

Otros métodos, como la restricción de líquidos por la noche o evitar ciertos alimentos, son de dudosa eficacia.

RESUMEN