QUINTA PARTE: DANZA MACABRA

Levanté la vista, y vi un punto que caía y se convertía en un corazón invertido. Era un pájaro que bajaba en picado. El viento silbaba entre sus campanas emitiendo un sonido sin parangón sobre la tierra mientras el ave descendía ochocientos metros a través del limpio cielo otoñal. En el último instante, se puso en paralelo a la línea de vuelo del chulear y lo atacó desde atrás con el mismo sonido que una bala de grueso calibre cuando entra en la carne.

A Ragefor Falcons,

Stephen Bodio.