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Estrella Azul se detuvo en el borde del claro con su clan alineado junto a ella. Algunos miembros de los clanes del Río y de la Sombra se volvieron al advertir su presencia.

—¿Dónde te habías metido? —preguntó Látigo Gris, apareciendo al lado de Corazón de Fuego, que sacudió la cabeza.

—No importa.

Seguía inquieto y confundido por su conversación con Estrella Azul, y se alegró de que su amigo no insistiera. En vez de eso, éste giró la cabeza y observó alrededor.

—Eh, mira —maulló—. Los del Clan de la Sombra parecen más fuertes de lo que pensaba. Al fin y al cabo, Estrella Rota los tenía medio muertos de hambre.

Corazón de Fuego siguió su mirada hasta un lustroso guerrero.

—Tienes razón —coincidió, sorprendido.

—¡Claro que prácticamente peleamos nosotros por ellos! —se mofó Látigo Gris.

El jocoso ronroneo de Corazón de Fuego fue interrumpido por Tormenta Blanca.

—El Clan de la Sombra luchó con todas sus fuerzas para expulsar a Estrella Rota. Deberíamos honrar su determinación de recuperarse —maulló con severidad, antes de acercarse a un grupo de guerreros reunidos bajo uno de los grandes robles.

—¡Ups! —exclamó Látigo Gris, lanzando una mirada de culpabilidad a su amigo.

Los jóvenes guerreros permanecieron en el borde del claro. Corazón de Fuego podía distinguir fácilmente a los aprendices de los otros clanes: su pelaje parecía suave como el de los cachorros, y tenían la cara redonda y las patas regordetas y torpes.

Dos guerreros se aproximaron a Corazón de Fuego y Látigo Gris. Un pequeño aprendiz marrón les pisaba los talones. Corazón de Fuego reconoció al atigrado gris del Clan de la Sombra, pero no al negro grisáceo que lo acompañaba.

—Hola —saludó el atigrado gris.

—Hola, Patas Mojadas —respondió Corazón de Fuego, y miró al gato oscuro.

—Éste es Prieto, del Clan del Río —lo presentó Patas Mojadas.

Corazón de Fuego y Látigo Gris saludaron con la cabeza. El aprendiz dio un paso adelante tímidamente.

—Y éste es mi aprendiz, Zarpa de Roble —añadió Patas Mojadas.

Zarpa de Roble miró a Corazón de Fuego con ojos muy abiertos y nerviosos.

—H… hola, Corazón de Fuego —maulló, y el joven guerrero le devolvió el saludo.

—He oído que Estrella Azul os nombró guerreros después de la batalla —dijo Patas Mojadas—. ¡Enhorabuena! Debisteis de pasar una vigilia muy fría.

—¡Muy fría! —confirmó Látigo Gris.

—¿Quién es ésa? —quiso saber Corazón de Fuego.

Una esbelta gata de pelaje marrón moteado estaba conversando con Garra de Tigre junto a la Gran Roca, que se levantaba en el centro del claro.

—Es Leopardina, nuestra lugarteniente —gruñó el guerrero del Clan del Río.

A Corazón de Fuego se le erizó el pelo al pensar en el anterior lugarteniente del Clan del Río, Corazón de Roble, que había muerto combatiendo con el Clan del Trueno. Se salvó de decir nada porque entonces Estrella Azul saltó a lo alto de la Gran Roca para dar comienzo a la reunión. Otros dos gatos se unieron a ella, y uno de ellos, un negro bastante mayor, llamó a todos los presentes para que acudieran al pie de la roca. Corazón de Fuego reconoció al macho negro y no pudo evitar sorprenderse. ¿El viejo Nocturno se había convertido en líder del Clan de la Sombra tras la huida de Estrella Rota?

Cuando los gatos estuvieron acomodados delante de la Gran Roca, Estrella Azul tomó la palabra.

—El Clan del Trueno ha traído a esta Asamblea a su nueva curandera, Fauces Amarillas —anunció formalmente.

Hizo una pausa mientras todos los ojos se volvían hacia la vieja gata de espeso pelaje y hocico aplastado. Corazón de Fuego advirtió que Fauces Amarillas movía las ancas sobre la dura tierra. Durante su aprendizaje, el joven guerrero había pasado casi una luna entera cuidando de Fauces Amarillas para que recobrara la salud, después de que ella llegase al Clan del Trueno. Ahora, por el modo en que la gata giró levemente la oreja derecha, supo que se sentía incómoda bajo la mirada de los otros clanes. Fauces Amarillas había sido curandera del Clan de la Sombra, y los gatos raramente abandonaban un clan para unirse a otro. La gata miró alrededor muy despacio, hasta que se encontró con los ojos de Nariz Inquieta, el nuevo curandero del Clan de la Sombra. Hubo una breve pausa; luego intercambiaron una respetuosa inclinación de la cabeza. Entonces, Fauces Amarillas irguió las orejas y Corazón de Fuego se relajó.

—También traemos a dos nuevos guerreros recién nombrados —continuó Estrella Azul—: Corazón de Fuego y Látigo Gris.

Corazón de Fuego mantuvo la cabeza alta, pero al notar que todos los ojos se volvían hacia él, una oleada de timidez lo hizo sacudir la cola nerviosamente.

Nocturno se adelantó, pasando ante Estrella Azul para situarse en la parte más elevada de la roca.

—Yo, Nocturno, he asumido el liderato del Clan de la Sombra —anunció—. Nuestro antiguo líder, Estrella Rota, quebrantó el código guerrero, y nos vimos obligados a expulsarlo.

—No ha mencionado que nosotros los ayudamos a hacerlo —le susurró Látigo Gris a Corazón de Fuego.

—Los espíritus de nuestros antepasados han hablado a Nariz Inquieta y me han elegido como líder —continuó Nocturno—. Aún no he viajado hasta la Boca Materna para que el Clan Estelar me conceda el don de las nueve vidas, pero iré mañana por la noche, mientras la luna todavía esté llena. Después de mi vigilia en la Piedra Lunar, seré conocido como Estrella Nocturna.

—¿Dónde está Estrella Rota? —inquirió una voz entre la multitud. Era Escarcha, la reina blanca del Clan del Trueno.

—Creo que podemos dar por hecho que ha abandonado el bosque, con los otros guerreros proscritos —respondió Nocturno—. Sabe que regresar sería peligroso para él.

—Ojalá —murmuró Escarcha a su vecina, una rolliza reina marrón.

Estrella Doblada, el líder del Clan del Río, dio un paso al frente:

—Esperemos que Estrella Rota haya tenido el sentido común de marcharse del bosque para siempre. Su ambición de territorio era una amenaza para todos nosotros.

Estrella Doblada aguardó a que se apagaran los maullidos de aprobación antes de continuar:

—Cuando Estrella Rota era el líder del Clan de la Sombra, accedí a permitirle cazar en nuestro río. Pero ahora que ese clan tiene un nuevo líder, ese acuerdo ya no puede seguir en vigor. Las presas de nuestro río pertenecen únicamente al Clan del Río.

Los gatos de su clan lanzaron maullidos de triunfo, pero Corazón de Fuego vio, alarmado, que Nocturno empezaba a erizar el pelo.

Nocturno elevó la voz:

—El Clan de la Sombra tiene las mismas necesidades que con Estrella Rota. Tenemos muchas bocas que alimentar, Estrella Doblada. ¡Hiciste un trato con todo el Clan de la Sombra!

Estrella Doblada dio un salto y se volvió hacia Nocturno. Agachó las orejas y bufó, y los gatos de abajo enmudecieron.

Estrella Azul se interpuso entre los dos líderes.

—Últimamente el Clan de la Sombra ha sufrido muchas pérdidas —maulló con calma—. Con menos bocas que alimentar, Nocturno, ¿de verdad necesitáis los peces del Clan del Río?

Estrella Doblada bufó de nuevo, pero Nocturno le sostuvo la mirada sin arredrarse.

Estrella Azul volvió a hablar, esta vez más enérgicamente:

—¡Acabáis de desterrar a vuestro líder y a varios de los guerreros más fuertes! Y Estrella Rota fue contra el código guerrero al forzar a Estrella Doblada a compartir el río.

Corazón de Fuego tragó saliva con inquietud al ver que Nocturno sacaba las uñas, pero Estrella Azul no se inmutó. Sus glaciales ojos azules relucieron a la luz de la luna cuando gruñó:

—Recuerda que el Clan Estelar aún no te ha concedido tus nueve vidas, Nocturno. ¿Estás seguro de poder hacer tales exigencias?

Corazón de Fuego se puso tenso al notar que los presentes erizaban el pelo. Toda la multitud aguardaba la respuesta de Nocturno.

El viejo gato negro apartó la vista con furia y sacudió la cola, pero no dijo nada.

Estrella Azul había vencido. Su voz se suavizó.

—Todos sabemos que el Clan de la Sombra ha padecido mucho en las últimas lunas —prosiguió—. El Clan del Trueno ha aceptado dejaros tranquilos hasta que hayáis tenido tiempo de recuperaros. —Se volvió hacia el líder del Clan del Río—. Estoy segura de que Estrella Doblada aceptará mostraros el mismo respeto.

Éste entornó los ojos y asintió.

—Pero sólo mientras no captemos el olor del Clan de la Sombra en nuestro territorio —gruñó.

Corazón de Fuego se relajó y su lomo se alisó. Ahora que sabía lo que significaba pelear en una batalla de verdad, admiró todavía más el coraje de su líder al enfrentarse a aquellos dos grandes guerreros. Sonaron maullidos quedos de alivio y aprobación, mientras se rebajaba la tensión en la Gran Roca.

—No captarás nuestro olor, Estrella Doblada —contestó Nocturno—. Estrella Azul tiene razón: no necesitamos vuestros peces. Después de todo, tenemos las tierras altas para cazar, ahora que el Clan del Viento ha abandonado su territorio.

Estrella Doblada lo miró con ojos brillantes.

—Es cierto —coincidió—. Eso supondrá presas extra para todos nosotros.

Estrella Azul alzó la cabeza bruscamente.

—¡No! —exclamó—. ¡El Clan del Viento debe regresar!

Los dos machos la miraron.

—¿Por qué? —inquirió Estrella Doblada.

—Si compartimos los terrenos de caza, ¡significará más comida para nuestros cachorros! —señaló Nocturno.

—El bosque necesita cuatro clanes —insistió Estrella Azul—. Al igual que tenemos los Cuatro Árboles y cuatro estaciones, el Clan Estelar nos ha dado cuatro clanes. Debemos encontrar al Clan del Viento lo más rápido posible y traerlo de vuelta a casa.

Los gatos del Clan del Trueno elevaron la voz para apoyar a su líder, pero el maullido de impaciencia de Estrella Doblada sonó por encima de todos.

—Tu argumento es muy débil, Estrella Azul. ¿De verdad necesitamos cuatro estaciones? ¿No preferirías ahorrarte la estación sin hojas y el frío y el hambre que conlleva?

La líder miró con calma a los dos guerreros.

—El Clan Estelar nos da la estación sin hojas para que la tierra pueda recuperarse y prepararse para la estación de la hoja nueva. Este bosque y las tierras altas han mantenido a cuatro clanes durante generaciones. No nos corresponde a nosotros desafiar al Clan Estelar.

Leopardina, la lugarteniente del Clan del Río, tomó la palabra:

—¿Por qué deberíamos pasar hambre a causa de un clan que ni siquiera puede defender su propio territorio?

—¡Estrella Azul tiene razón! ¡El Clan del Viento debe regresar! —replicó Garra de Tigre, irguiéndose para alzarse sobre los gatos que lo rodeaban.

—Estrella Doblada —continuó Estrella Azul, volviéndose hacia el líder del Clan del Río—, los terrenos de caza de tu clan son conocidos por su riqueza. Tenéis el río y toda la pesca que contiene. ¿Por qué necesitáis más presas?

El interpelado miró hacia otro lado y no respondió. Corazón de Fuego reparó en que los miembros del Clan del Río murmuraban nerviosos entre sí. Se preguntó por qué los habría alterado tanto la pregunta de Estrella Azul.

—Además, Nocturno —prosiguió ésta—, fue Estrella Rota quien echó al Clan del Viento de su hogar. —La corpulenta gata hizo una pausa—. Y ésa es la razón por la que el Clan del Trueno os ayudó a expulsar a Estrella Rota.

Corazón de Fuego entornó los ojos. Sabía que Estrella Azul estaba recordándole delicadamente a Nocturno la deuda que tenían con el Clan del Trueno.

El líder del Clan de la Sombra entornó a su vez los ojos. Tras un silencio que pareció una eternidad, los abrió bien y maulló:

—Muy bien, Estrella Azul. Permitiremos que el Clan del Viento regrese.

Corazón de Fuego vio que Estrella Doblada giraba la cabeza con rabia; sus ojos eran rendijas negras.

Estrella Azul asintió.

—Dos de nosotros hemos llegado a un acuerdo, Estrella Doblada —maulló—. Hay que encontrar al Clan del Viento y traerlo a casa. Hasta entonces, ningún clan debería cazar en su territorio.

La Asamblea empezó a disolverse y los gatos se prepararon para regresar a sus campamentos. Corazón de Fuego se quedó un momento observando a los líderes sobre la Gran Roca. Estrella Azul tocó con su nariz la de Estrella Doblada y saltó al suelo. En lo alto de la roca, Estrella Doblada se volvió hacia Nocturno. Algo en la mirada que intercambiaron ambos machos hizo que Corazón de Fuego sintiera un hormigueo. ¿Sería posible que, después de todo, Estrella Azul no contara con el apoyo de Nocturno? Miró alrededor. Por la furia que vio en los ojos de Garra de Tigre, supo que el lugarteniente también había advertido ese cruce de miradas.

Por una vez, Corazón de Fuego compartió la preocupación de Garra de Tigre. Aquello suponía un cambio inesperado en las alianzas de los clanes. Después del riesgo que había corrido el Clan del Trueno para ayudar al de la Sombra a librarse de Estrella Rota, ¿cómo podían alinearse ahora con el Clan del Río?