La telepatía que existe entre ciertas personas siempre me ha fascinado. Desde que era bien pequeña recuerdo a mi madre, con el ceño fruncido de preocupación, diciendo: «Tengo el presentimiento de que…». Y, tan seguro como que después del día viene la noche, la persona en la que pensaba tenía un problema o no tardaba en tenerlo.
En alguno de mis libros he empleado en cierta medida la telepatía, pero el vínculo que existe entre gemelos, en especial si son idénticos, resulta verdaderamente fascinante. Se trata de un tema que ha ido cobrando cada vez más interés en mi mente, como la trama de una novela que lleva fraguándose mucho tiempo.
Deseo expresar mi agradecimiento a los escritores de obras que versan sobre este tema, en particular a Guy Lyon Playfair por su Twin Telepathy: the Psychic Connection, a la doctora Nancy L. Segal por Entwined Lives, a Donna M. Jackson por Twin Tales: The Magic and Mystery of Multiple Births, a Shannon Baker por su artículo «On Being a Twin» y a Jill Neimark por su reportaje de portada «Nature's Clones» en Psychology Today. Los ejemplos que todos ellos ofrecen acerca de la relación psíquica existente entre gemelos me sirvieron de gran ayuda en la narración de esta historia.
En este viaje he contado, como siempre, con la compañía de otras personas. Mi eterna gratitud a quien ha sido y será mi editor, Michael V. Korda, y al editor jefe Chuck Adams por sus valiosos consejos.
Mi agradecimiento asimismo a Lisl Cade, mi querida amiga y publicista, por mantenerse siempre a mi lado, y a mi círculo de lectores, por su fidelidad, así como a nuestros hijos y nietos, que me alientan a lo largo del camino y llenan mi vida de alegría y diversión.
Con este libro quisiera rendir homenaje a la gran dedicación con la que el FBI se vuelca en su trabajo cuando se produce un secuestro. Deseo honrar en especial la memoria del difunto Leo McGillicuddy, una auténtica leyenda entre sus compañeros.
El agente Joseph Conley, ya jubilado, me ha brindado una ayuda formidable en el desarrollo detallado de la actividad entre bastidores del FBI. Por el bien de la narración he optado por resumir algunos de los trámites habituales en la investigación de un caso de secuestro; no obstante, espero haber captado en toda su intensidad el sentido de entrega y compasión que caracteriza a los agentes del FBI.
Y ahora que otra historia empieza a echar raíces en mi mente, es hora de soltar esta, sentarse junto al fuego con Él, el siempre perfecto John Conheeney, y desear a todos los lectores de este libro que disfruten con su lectura. ¡Salud!