Capítulo 68

Elsie Stone, una trabajadora infatigable a sus sesenta y cuatro años, no había tenido oportunidad de hojear un periódico en todo el día. Su empleo en el McDonald's situado junto al centro comercial de Cabo Cod no le dejaba tiempo para leer, y aquel sábado había salido escopeteada a casa de su hija, en Yarmouth, para recoger a su nieta de seis años. Como a Elsie le gustaba decir, Debby y ella eran «uña y carne» y siempre accedía encantada a quedarse con la niña en cualquier momento.

Elsie había seguido el secuestro de los Frawley con la mayor atención. La idea de que alguien secuestrara a Debby y luego la matara era demasiado horrible para dejar siquiera que se le pasara por la cabeza. Al menos los Frawley han recuperado a una, pensó, pero estarán pasando las de Caín.

Ese día, Debby y ella fueron a su casa, en Hyannis, y prepararon galletas al horno.

—¿Qué tal está tu amiga imaginaria? —preguntó a Debby mientras esta rellenaba el molde con una cucharada de masa con trocitos de chocolate.

—¿Es que no te acuerdas, abuela? Ya no tengo ninguna amiga imaginaria. La tenía cuando era pequeña. —Debby negó con la cabeza enérgicamente, haciendo que su cabello castaño claro rebotara en sus hombros.

—Ah, vale. —Los ojos de Elsie se arrugaron al sonreír—. Supongo que he pensado en tu amiga imaginaria porque hoy he visto a un niño pequeño en el restaurante. Se llamaba Stevie, y tenía una amiga imaginaria que se llamaba Kathy.

—Verás lo grande que va a salir esta galleta —anunció Debby.

Pues sí que le interesan los amigos imaginarios, pensó Elsie. Es curioso lo grabado que se me ha quedado ese niño en la mente. Se veía que la madre tenía prisa. No dejó a la pobre criatura que le diera más que un par de bocados al sándwich.

Cuando metieron el molde en el horno, Elsie dijo:

—Muy bien, Debs. Y ahora, mientras esperamos, la abuela se va a sentar a leer el periódico un rato. Tú puedes empezar a pintar la siguiente página del cuaderno de muñecas de la Barbie.

Elsie se sentó en su sillón reclinable de la marca La-Z-Boy y abrió el periódico. En primera plana salía la última noticia sobre la historia de las gemelas de los Frawley.

Gran despliegue del FBI en busca de los secuestradores, rezaba el titular. Los ojos de Elsie se llenaron de lágrimas ante una imagen de las gemelas delante de su pastel de cumpleaños. Elsie comenzó a leer el artículo. La familia estaba recluida. El FBI había confirmado que la nota de suicidio que había dejado el hombre conocido como Lucas Wohl contenía su confesión sobre la muerte accidental de Kathy. Las huellas de Wohl lo identificaban como Jimmy Nelson, un ex presidiario que había pasado seis años en la cárcel de Attica, en Nueva York, por una serie de robos.

Elsie cerró el periódico, negando con la cabeza. Su mirada volvió a posarse en la imagen de las gemelas que aparecía en primera plana. «Kathy y Kelly en su tercer cumpleaños», rezaba el pie de foto. ¿Qué será?, se preguntó mientras observaba con detenimiento la fotografía, tratando de explicarse por qué había algo en ella que le resultaba tan familiar.

En aquel momento sonó el temporizador del horno. Debby soltó el lápiz de color que tenía en la mano y alzó la vista del cuaderno para colorear.

—Abuela, abuela, las galletas ya están —dijo mientras volvía corriendo a la cocina.

Elsie dejó caer al suelo el periódico y se levantó para seguir a su nieta.