El Flautista había estado llamando a Clint cada media hora. Quince minutos después de que Angie telefoneara volvió a intentarlo.
—¿Sabes algo de ella? —preguntó.
—Está en Cabo Cod —respondió Clint—. Voy a coger un avión a Boston y luego alquilaré un coche para ir hasta allí.
—¿Dónde está?
—Escondida en un motel de Chatham. Ya ha tenido un roce con un poli.
—¿Cómo se llama el motel?
—Shell and Dune.
—¿Qué piensas hacer cuando llegues?
—Lo que usted piensa. Oiga, el taxista está tocando el claxon. No puede pasar de la verja.
—Pues nada, esta es la nuestra. Buena suerte, Clint. —El Flautista cortó la comunicación y aguardó unos segundos antes de marcar el número de un servicio de aviones privados.
—Necesito un avión para salir dentro de una hora de Teterboro y aterrizar en el aeropuerto más cercano a Chatham, en Cabo Cod —pidió.