Capítulo 110

Kelly fue trasladada en su cuna a la unidad de cuidados intensivos en compañía de la doctora Harris. Al igual que su hermana, llevaba una mascarilla de oxígeno. Margaret se puso de pie.

—Quítenle la mascarilla —ordenó—. Voy a ponerla en la cuna con Kathy.

—Margaret, Kathy tiene neumonía. —La protesta se apagó en los labios de Sylvia.

—Haga lo que le digo —instó Margaret a la enfermera—. Podrá volver a ponérsela en cuanto la acomode en la cuna.

La enfermera miró a Steve.

—Adelante —la animó.

Margaret cogió en brazos a Kelly y por un momento le apoyó la cabeza contra su cuello.

—Kathy te necesita, cielo —le susurró—. Y tú a ella.

La enfermera bajó los barrotes de un lateral de la cuna para que Margaret colocara a Kelly al lado de su hermana gemela y juntara sus manos de modo que el pulgar derecho de Kelly y el pulgar izquierdo de Kathy se tocaran.

Es por ahí por donde estaban unidas, pensó Sylvia.

La enfermera volvió a poner a Kelly la mascarilla de oxígeno.

En un clima de abatimiento lleno de silenciosas plegarias, Margaret, Steve y Sylvia permanecieron toda la noche en vela junto a la cuna, sin que las gemelas despertaran en ningún momento de su sueño profundo. Y entonces, cuando las primeras luces del alba se filtraban en la habitación, Kathy se despertó, movió la mano y entrelazó sus dedos con los de Kelly.

Kelly abrió los ojos y volvió la cabeza hacia su hermana.

Con los ojos abiertos como platos, Kathy miró a su alrededor, pasando la vista de una persona a otra. Sus labios comenzaron a moverse.

Una sonrisa iluminó el rostro de Kelly, que murmuró algo al oído de Kathy.

—Están hablando entre ellas —dijo Steve en voz baja.

—¿Qué te ha dicho, Kelly? —susurró Margaret.

—Que nos ha echado mucho de menos, y que quiere ir a casa.