Tommy Duggan y Pete Walsh seguían en el despacho a las ocho y media de la noche del sábado. Bob Frieze se había negado a contestar a cualquier pregunta acerca de su paradero el jueves por la tarde y por la noche, y ahora, alegando un fuerte dolor en el pecho, había sido ingresado en el hospital de Monmouth para ser reconocido.
—Está ganando tiempo hasta imaginar una historia que se sostenga en el tribunal —dijo Tommy a Pete—. Hay dos posibilidades: una, Frieze es el asesino en serie, responsable de las muertes de Martha Lawrence, Carla Harper, la doctora Madden, la señora Joyce y su mujer, Natalie. Dos, puede que haya matado a su esposa, pero no a las demás. Y, por supuesto, hay una tercera posibilidad: que sea inocente de todas las muertes.
—Te preocupa que aún no haya aparecido el tercer trozo de pañuelo —dijo Pete.
—Desde luego. ¿Por qué tengo la sensación de que el asesinato de Natalie Frieze fue un truco para hacernos pensar que el asesino había completado el ciclo?
—Puede que el asesinato de Natalie Frieze solo fuera el resultado de una discusión entre marido y mujer. Eso apuntaría a Bob Frieze como sospechoso, pero le descartaría como asesino en serie.
—Lo cual significa que quizá otra joven muera en Spring Lake esta noche. Pero ¿quién? Lo he comprobado hace poco: no ha desaparecido ninguna. Acabemos de una vez. Se está haciendo tarde y aquí ya no podemos hacer nada más —dijo Tommy.
—Algo sí hemos conseguido. Mientras estábamos en el lugar de los hechos, Wilcox llamó y permitió que nuestros chicos instalaran escuchas. Hemos grabado a Gina Fielding intentando chantajearle.
—Y ahora su secreto se publicará a toda página en el National Daily pasado mañana. Aún creo que pretendió adelantársenos cuando accedió a implicarla. En cierta manera me da pena, pero no confío en él. Sigue siendo un sospechoso de primer orden.
—Espera un momento —dijo Pete cuando ya se disponían a salir. Señaló el sobre que descansaba sobre el escritorio de Tommy—. Aún no hemos ampliado la foto que Emily Graham nos dio, y se lo prometimos.
—Llévatela y hazlo mañana.
Cuando Pete cogió el sobre, sonó el teléfono. Era la policía de Spring Lake. Les comunicaban que el acosador de Emily Graham había sido identificado y se creía que estaba en la ciudad.
—Pensándolo bien —dijo Tommy—, sería mejor entregar la foto esta noche.