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Cuando Emily descolgó el auricular, no lamentó oír la voz de Nick Todd.

—He estado escuchando la radio —dijo él.

—Es horroroso —contestó Emily—. Hace apenas unos días que la vi en el refrigerio de los Lawrence, después de la misa.

—¿Cómo era?

—Guapísima. De las que dan envidia a las demás mujeres.

—¿Y de carácter?

—Seré sincera: no la habría escogido como amiga. Era muy desagradable. No puedo creer que hace una semana estuviera sentada delante de ella y ahora esté muerta… ¡Asesinada!

Nick advirtió la desazón en la voz de Emily. Estaba en su apartamento del Soho y pensaba ir al cine y luego a cenar en su restaurante italiano favorito del Village.

—¿Qué vas a hacer esta noche? —preguntó en tono indiferente.

—Nada. Quiero terminar de leer los antiguos diarios que me han prestado y luego reintegrarme al siglo XXI. Algo en mi interior me dice que ya es hora.

Después, Nick se preguntó por qué no había sugerido que cenaran juntos. En cambio, confirmó que la recogería el domingo a las doce y media para ir a comer.

Pero cuando colgó, se dio cuenta de que estaba demasiado nervioso para ir al cine. Cenó pronto, reservó una mesa en The Breakers y a las siete subió a su coche y se dirigió hacia Spring Lake.