La pregunta formulada al fiscal por la chillona reportera durante la nueva conferencia de prensa televisada le deleitaba: «¿Cree que el asesino de Martha es una reencarnación?».
Pero la brusca negativa del fiscal a aceptar la posibilidad le ofendía.
«Me he reencarnado —pensó—. Nos hemos convertido en uno. Puedo demostrarlo. Lo demostraré».
A última hora de la tarde, había decidido cómo revelar la verdad sobre sí mismo a los escépticos. Una sencilla postal sería suficiente, pensó. Un tosco dibujo, como el de un niño pequeño.
Lo enviaría por correo el sábado. Camino de la iglesia.