44. Interrogatorio

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Interrogatorio

En las oscuras mazmorras de la comandancia se fraguaba el destino de los combatientes por la democracia. Allí se encontraban el coronel Blanco Novo, el policía Claudio Ramos, los tenientes Padilla y Martín. En una silla, atado, el general Ferla.

—Es un honor para mí estar ante usted —dijo el coronel—. Baldomero Fernández Ladreda, jefe del batallón Ladreda, mayor de brigada y condecorado con la Medalla de la Libertad con sólo 31 años. Sabe, yo era comandante a las órdenes del coronel Aranda en el momento que usted quería someternos con su artillería. Siempre me pregunté cómo era ese obrero de la cantera de Tudela Veguín capaz de ahogarnos en aquel acoso. Hoy que le tengo delante, ya no parece usted tan fiero…

Ferla escupió al suelo, cerca de las botas del coronel. El teniente Padilla flexionó el brazo con el puño cerrado, acercándose al detenido, pero el coronel lo detuvo. Martín y el policía seguían en silencio. Blanco Novo pisó el escupitajo y siguió hablando:

—¡Ah, el orgullo! ¡Qué fácil es de provocar! Le hablaba del cerco a Oviedo, ¡qué instante para filmar! No sé si sabe que soy un gran aficionado a la fotografía y al cine. Y si en aquel momento hubiese tenido una cámara habría inmortalizado sus ataques y nuestra invencible defensa.

—No hubiese sido tan invencible si a mi batallón no le hubiesen ordenado desplazarse a Bilbao para contener el avance de los traidores.

—Ah, veo que sigue el orgullo. No nos hubiese derrotado, pues cuando nos fallaban las fuerzas, Franco recurría a la magia. Usted ya estaba en Bilbao, cuando le lanzaron el fajín de general al coronel Aranda desde un avión. Lástima que Aranda pasase de general a masón…

Ladreda volvió a escupir.

—Todos ustedes fueron unos traidores al pueblo —dijo con violencia—. Ahora intentan justificar su felonía con grandes palabras. Que termine esta farsa de una vez. Mátenme o llévenme ante un Consejo de Guerra y fusílenme como a un soldado.

Novo sonrió. Encendió su puro y, antes de continuar hablando, expulsó el humo hacia el rostro de Ferla.

—¿Fusilarle como un soldado? Usted no es un soldado, es un bandido, un forajido de la justicia.

—Pues mátenme a golpes.

—¿A golpes? —El coronel esgrimió otra sonrisa—. Eso está muy anticuado. Mire, le voy a presentar. El de gafas oscuras es el inspector Claudio Ramos. El que tiene ganas de partirle la cara es el teniente Padilla y este otro es el teniente Martín. Entre los tres llevarán su interrogatorio. Y tienen una orden muy concreta: no provocarle ni un solo arañazo.

Ferla paseó su mirada por todos los rincones del calabozo. No había utensilios de tortura, ni toallas mojadas para hacer invisibles los golpes, ni calderos para recoger la sangre. Únicamente una repisa: encima, varios frascos y una jeringuilla.

—Ah, veo que se ha dado cuenta. Antes le dije que yo era un gran aficionado al cine y la fotografía, pero se me olvidó añadir que también a la química. Y no han parido químicos en el mundo que superen a los alemanes.

—¡Hijo de puta! —exclamó Ferla, volviendo a escupir directo a la puntera de la bota de Novo. No le bastaba al coronel la victoria: deseaba su absoluta humillación.

—Ustedes —dijo el coronel a Padilla y al policía—, pueden comenzar. Martín, acompáñeme un momento.

El teniente y el coronel salieron al pasillo de los calabozos. Martín cerró la puerta para impedir que lo que Novo tenía que decirle se oyese desde dentro.

—Teniente, el interrogatorio que lo lleven esos dos. Usted tiene la misión de vigilar que cumplan a rajatabla lo ordenado: nada de golpes. Procure que el detenido tampoco se autolesione. No tiene que presentar ni un arañazo ante los otros reclusos de la cárcel. Si alguno de ellos incumple mi orden y le golpea: tiene mi permiso para matarlo.

—A la orden, mi coronel.

—Ah, el pentotal sódico en las dosis que yo he marcado. Que tampoco se extralimiten y lo tengamos que lamentar.

Días más tarde, los diarios abrieron con la siguiente noticia:

Los rebeldes al Estado, Ferla y Tito, han confesado de forma espontánea y voluntaria el lugar en el que guardaban documentación que demuestra su vinculación con las fuerzas que quieren derrocar el régimen instaurado en España por Dios y por el Caudillo. En concreto, en un hórreo de un familiar, se han encontrado dos tubos de cinc que contenían cartas remitidas por el Partido… La fecha para el Consejo de Guerra se ha fijado para el 29 de octubre…