Mi mayor agradecimiento va para Ricci, mi compañera, por su infinita paciencia y por creer en mí, sin si y sin peros.
Gracias desde lo más hondo de mi corazón a Catena Fiorello, por haberme regalado una cometa y animado a hacerla volar mientras corría colina arriba.
Un gracias enorme a mi agente literaria, Vicki Satlow, por demostrarme que la que encontró Aladino no era la última lámpara mágica que quedaba.
Doy las gracias a Mattia Signorini, por sus brillantes consejos.
Doy las gracias a mi amigo literario Nicola Balossi, que hizo que mis colores fueran más vivos y las luces de Roma menos suaves.
Mi mayor agradecimiento a mis editoras Giulia De Biase y Valentina Rossi.
Doy las gracias a la directora editorial Ornella Robbiati y a todos los de Sperling & Kupfer, porque desde el día en que leí El diario de Noah, de Nicholas Sparks, no hice otra cosa más que soñar con este momento.
Por último, gracias a todas aquellas personas que en estos años se han mantenido con la nariz hacia arriba, esperando verme tocar el cielo con un dedo, y a vosotros, que habéis decidido leer esta novela.