4 de febrero

A veces me pongo a pensar e imagino a Belano y a Lima cavando durante horas una fosa en el desierto. Después, al caer la noche, los veo alejarse de allí y perderse por Hermosillo, en donde abandonan el Camaro en una calle cualquiera. A partir de ese momento ya no hay imágenes. Sé que ellos pensaban seguir viaje en autobús hacia el DF, sé que ellos esperaban reunirse allí con nosotros. Pero ni Lupe ni yo tenemos ganas de volver. Nos veremos en el DF, dijeron. Nos veremos en el DF, dije yo antes de que los coches se separaran en el desierto. Nos dieron la mitad del dinero que les quedaba. Después, cuando estuvimos solos, yo le di la mitad a Lupe. Por si acaso. Ayer por la noche volvimos a Villaviciosa y dormimos en casa de Cesárea Tinajero. Busqué sus cuadernos. Estaban en un lugar bien visible, en la misma habitación en donde dormí la primera vez que estuve aquí. La casa no tiene luz eléctrica. Hoy desayunamos en uno de los bares. La gente nos miraba y no nos decía nada. Según Lupe, podríamos quedarnos a vivir aquí todo el tiempo que quisiéramos.